Kurzweil y el transhumanismo
Polémico y generador de seguidores que le celebran cualquier ocurrencia, Raymond Kurzweil es un pensador que más allá de despertar pasiones encontradas es uno de los grandes referentes del desarrollo tecnológico en la actualidad. Es uno de los más fervorosos exponentes del transhumanismo, de la idea de prolongar la existencia humana e incluso de alcanzar en algún momento la inmortalidad. Es cofundador de la Universidad de la Singularidad, una institución privada que persigue potenciar la vida humana e incluso preparar a la gente para el momento en que sea prácticamente inmortal.
Kurzweil además de haber inventado numerosos artilugios —el escáner plano, el OCR o el dispositivo de lectura de texto impreso para invidentes—, es cofundador, junto con Stevie Wonder, de la empresa de instrumentos musicales Kurzweil Music Systems, cuyos sintetizadores son usados por artistas tan diversos como Scott Walker, New Order o Weird Al Yankovic. A pesar de tener intereses en diversas disciplinas, lo suyo es el tema del transhumanismo.
Algunos de sus libros son The Scientific Conquest of Death, The Singularity is Near, La era de las máquinas espirituales o Cómo crear una mente, en donde expone su talante de místico revestido de una elegancia racional, pero al mismo tiempo informal, para trazar especulaciones tecnoutópicas. Pero sus posturas no son la excepción, ya que en los tiempos que corren hay varios otros pensadores que las comparten, e incluso cuenta con seguidores que también son amantes de las tecnologías y ciencia de punta. Sus ideas no son más que reflejo del espíritu de Silicon Valley. Sus ideas prácticamente se oficializaron en 2012, cuando se incorporó a Google como director de ingeniería para actuar como una especie de líder de pensamiento en las investigaciones sobre aprendizaje automático de la empresa.
Una de sus ideas es que estamos inmersos en un proceso de fusión hombre-máquina. Para Kurzweil, estamos viviendo un momento histórico en donde la intensa producción de tecnologías de punta se integra con el cuerpo humano para mejorar nuestras capacidades físicas y mentales. Las prótesis que ahora rodean a los humanos y se han tornado en una extensión de su propio organismo, no son más que el reflejo de que pronto tendremos interfaces cerebro-computadora que permitirán cargar la mente humana en una computadora, lo que se traducirá prácticamente en una forma más de vida eterna.
Kurzweil ha popularizado el concepto de la singularidad tecnológica, que se refiere al punto en el que la inteligencia artificial superará a la inteligencia humana. Según su visión, esto llevará a un rápido avance tecnológico y transformaciones significativas en la sociedad. Prácticamente se puede decir que él es el sumo sacerdote de la singularidad. Para él los avances en el campo de la inteligencia artificial, la ingeniería genética y la nanotecnología, conducen a una aceleración de la civilización tecnológica, del progreso, que desemboca en la incapacidad de predecir sus consecuencias.
Para Kurzweil el mundo que conocemos está a punto de dar un giro, de cambiar hasta quedar completamente irreconocible. Según refiere, la inteligencia artificial (IA) marcará el comienzo de una nueva versión humana, una etapa en donde se dará una fusión de personas y máquinas y la erradicación definitiva de la muerte. De acuerdo con él, la singularidad se concretará como tal en 2045, mientras ese momento llega él consume diario una selecta variedad de suplementos dietéticos y vitaminas —de hecho comercializa su propia marca personal de elíxires y cápsulas destinados a retrasar la muerte.
Para él el momento actual debe ser aprovechado para mejorar la salud y la longevidad. Si bien su objetivo es usar la tecnología para mejorar la salud y prolongar la vida humana, no se debe olvidar que para llevar a cabo esto se tiene que poner en marcha el desarrollo de terapias genéticas, nanotecnología médica y otras innovaciones que son herramientas poderosas para combatir las enfermedades y el envejecimiento.
«La mayor parte de la complejidad de una neurona humana —dice Kurzweil— está consagrada al mantenimiento de sus funciones de soporte vital, no a sus capacidades de procesamiento de información. Con el tiempo podremos trasladar nuestros procesos mentales a un sustrato computacional más adecuado. Entonces nuestras mentes ya no tendrán que seguir siendo tan pequeñas». Esa es la idea del mind uploading, de transferir la mente a una computadora, algo que también tiene otros desarrolladores como Hans Moravec, del cual hablaremos en otro momento.
Para la singularidad es fundamental contar con la IA, ya que esta es la que acelerará descubrimientos de medicamentos y terapias que desembocarán en mejoras sustanciales a la prolongación de la vida humana. A las críticas que se hacen a su idea de la IA —y en general a esta disciplina en sus múltiples variantes— en el sentido de que es difícil deducir la existencia de entendimiento y consciencia reales a partir de un programa de computadora, Kurzweil señala que «el problema de este argumento es que podemos aplicar la misma forma de razonar al propio cerebro humano. Cada reconocedor de patrones neocortical (de hecho, cada neurona y cada componente neuronal) se rige por un algoritmo, ya que después de todo se trata de mecanismos moleculares que se rigen por las leyes naturales. Si llegamos a la conclusión de que seguir un algoritmo es incompatible con un entendimiento y consciencia verdaderos, entonces a su vez tendríamos que concluir que el cerebro humano tampoco hace gala de estas cualidades».
Kurzweil comparte lo expresado por Yuval Noah Harari en su libro Homo Deus: que los algoritmos bioquímicos del cerebro humano están lejos de ser perfectos. Se basan en el ensayo y el error, atajos y circuitos anticuados adaptados a la sabana africana y no a la jungla urbana. Pero Kurzweil tampoco se chupa el dedo completamente, ya que considera que existen riesgos potenciales con el desarrollo sin límites de la tecnología, ya que si la singularidad se hace realidad entonces el riesgo potencial es que el humano sea rebasado y las máquinas se autonomicen derivando en afectar directamente a los mismos seres humanos. Al mismo tiempo, considera que la IA podría representar un riesgo existencial para la humanidad, pero también cree que podemos mitigar estos riesgos mediante el desarrollo de una IA segura y responsable que sería pilar del transhumanismo.
@tulios41