LLUVIAS JILOTERAS Y RITUAL DE LA PRIMERA COSECHA

 

Hace muchos años, durante mi niñez viví en un medio rural. Recuerdo que durante el mes de septiembre las lluvias se presentaban casi todos los días, a veces desde la mañana y en ocasiones llovía todo el día, aunque no en forma de tormentas sino como lluvias finas que los campesinos conocían como lluvias jiloteras.

Se les daba el nombre de lluvias jiloteras porque durante ese tiempo se estaban formando los elotes que estarían listos para su cosecha a fines de septiembre, aunque desde fines de agosto, las milpas empezaban a jilotear, es decir, empezaba la floración femenina.

Los jilotes en su primera etapa de desarrollo se observan en las plantas de maíz como pequeños pincelitos sedosos de color muy claro con tonalidades plateadas o doradas. Estos pincelitos constituyen la floración femenina que será fecundada por el polen que cae de las espigas (flores masculinas) las cuales se encuentran en la punta de la planta y por lo general florean primero que las flores femeninas.

A la diosa del maíz se le conocía como la xilonen (La que permaneció doncella, la que permaneció delicada y tierna) de allí se origina el vocablo náhuatl jilotes nombre con que se conoce a las flores femeninas, las cuales al madurar se convierten en los deliciosos elotes que comemos hervidos, asados al carbón o como suculentos ezquites.

En las condiciones de siembra de temporal, los elotes están listos para la cosecha desde mediados del mes de septiembre, aunque nuestros ancestros hacían la primera cosecha de elotes a fines de mes.

La primera cosecha de elotes tiernos, así como el ritual de gracias, se hacía el día prehispánico que se corresponde con el día 29 de septiembre del calendario gregoriano. La festividad de agradecimiento por la cosecha la hacían nuestros ancestros a Tlaloc el dios de la lluvia.

Como parte de la festividad se colocan ramos de la flor de yauhtli, hoy conocida como flor de pericón. Se colocaban los ramos de esta flor en los cuatro puntos cardinales de la milpa y se hacía una oración en lengua náhuatl, la oración se hacía a los yeyecame, los vientecillos, sirvientes de Ehecatl Quetzacoatl.

Nuestros ancestros usaban la flor que hoy conocemos como pericón en los rituales de agradecimiento a Tlaloc dios de la lluvia por la cosecha de elotes. Hoy los ramos de pericón se diseñan en forma de cruces que muchos mexicanos colocamos en las puertas, autos y también en las milpas en un sincretismo que se instauró en los inicios de la época colonial.

La oración a los yeyecame era parte del ritual de agradecimiento y se hacía en la lengua náhuatl. De acuerdo con la traducción que me hizo un estudiante originario de Cuentepec, en la oración se les pedía a los vientecitos que por favor no se revolcaran en la milpa y dejaran que los elotes maduraran hasta ser mazorcas. Recordemos que en el mes de octubre los vientos son muy fuertes y suelen tirar las plantas de maíz, los campesinos dicen que se “acaman” las milpas

En algunos pueblos indígenas del sur del estado de Morelos se hace una procesión familiar a las milpas donde después del ritual de agradecimiento, se cosechan los mejores elotes que luego servirán para la “elotiza” familiar.

Por la tarde, las familias regresan a sus casas donde se continuaba con un ritual conocido como milakua, mismo que se realiza sobre una piedra que cada familia conserva desde hace muchas generaciones.

Los frailes para lograr la conquista espiritual recurrieron a los mismo símbolos, tradiciones y rituales que hacían los abuelos de los abuelos para en un ejercicio de sincretismo, intentar sustituir las festividades y rituales prehispánicos por los católicos.

Así, el 29 de septiembre día del ritual prehispánico de agradecimiento fue usado por los frailes, quienes sabedores de que los “yeyecame” traviesos hacían estragos en las milpas en el mes de octubre, intentaron sustituir a los “yeyecame” por la figura del mal al que San Miguel arcángel vendría a poner en su lugar y en lugar de ramos de flores de pericón armaron cruces de pericón.

También como un símbolo nacional se celebra el 29 de septiembre como el Día Nacional del Maíz a manera de un ritual nacional de agradecimiento por tener al maíz como alimento del cuerpo y también del espíritu, como un reconocimiento a este cereal civilizatorio que se ha constituido en el fundamento de nuestra cultura historia e identidad.

En síntesis, la festividad del 29 de septiembre que se caracteriza por las cruces de pericón que se colocan como protección contra el mal, tiene su origen en el ritual prehispánico de agradecimiento por la cosecha, mismo que en algunas comunidades indígenas se niega a desaparecer.