Jaime Chabaud Magnus
Desde hace un par de años se vive un vacío brutal en el sector cultura del estado de Morelos. Comenzó, bien es cierto, con la fusión de actividades económicas disímiles de un plumazo político: Turismo con Cultura. Por alguna extraña razón a los políticos mexicanos les da por creer que ambas áreas del quehacer humano son compatibles cuando de construir políticas institucionales se trata. Con ello reducen cultura a folclore con la rapidez del rayo. La realidad es que siempre que se les junta, una de las tareas ha de ser desechada o minimizada. Siempre habrá una perdedora en la batalla por las energías y presupuestos institucionales. Si bien el presente sexenio arrancó con una persona que tenía conocimientos sobre ambos ámbitos, Margarita González Saravia; al irse ésta a la Lotería Nacional a llamado del presidente de la República, el relevo de Julieta Goldszweig Cornejo parece ser lo peor que le pudo suceder a Cultura.
No voy a hablar desde banderas políticas así que no apuren filias y fobias, adhesiones o confrontaciones de colores, queridos lectores. Con Graco Ramírez el presupuesto del estado para la entonces Secretaría de Cultura llegó hasta los 40 millones de pesos anuales más la aportación federal que fue fluctuando de los 34 a los 10 y a los 12 millones extra. Con esas cantidades la obra pública creció heredando infraestructura importante de la que hoy disfrutan los morelenses. Las quejas de los gremios artísticos, sin embargo, fueron la desatención y el menosprecio de parte de la titular de la misma flamante Secretaría. No hubo una conexión que catapultara mayor cosa en municipios (a pesar de un esfuerzo que no hizo verano) pero tampoco en la capital. No empujó, pues, un movimiento cultural.
En este sexenio, amén de la anexión de Cultura a Turismo (porque no fue al revés) el presupuesto de la Secretaría por parte del estado se redujo a 20 millones anuales. ¡Para atender ambas tareas! Por los abusos constantes y falta de transparencia en toda la República de los recursos que destinaba año con año Secretaría de Cultura del Gobierno Federal a cada entidad de la República, el gobierno de AMLO decidió llevar a su mínima expresión la aportación federal que de unos ya mermados 10 millones pasó en 2021 a 1 y medio millones de pesos (aproximadamente). Y los diputados del congreso local terminaron por dar la puntilla al disminuir -en lugar de aumentar- la asignación local a 5 o 6 millones para las prioritarias tareas de nuestro estado en materia de turismo y cultura. No olvidemos que somos “anfitriones del mundo”.
Y podemos decir que seguimos igual, aunque peor, con muy pocas buenas noticias como la entrega de la renovada casa Finca Palmira que perteneciera a Lázaro Cárdenas y cuyo destino será la cultura para las infancias. Proyecto heredado de la administración de González Saravia. En artes escénicas los programas han reducido el pulso cardiaco al mínimo y sorprende que los colegas no protesten. Su silencio es un misterio medieval. Y más sorprendente aún, una cantidad importante de puestos, entre ellos la Subdirección de Teatros, permanecen acéfalos. Lo dicho, en la fusión de deberes, la cultura fue la gran perdedora.