AMISTAD

 

Ni para Firuláis ni para Pelusa fue amor a primera vista, sino todo lo contrario. Se husmearon durante horas en el jardín de Gloria hasta que el pastor alemán decidió darle la bienvenida a la pointer saludándola con una mordida en la pata el día de su adopción. El veterinario recomendó mantenerlos separados por unos días para que se conocieran mejor y entendieran que su vida de ahora en adelante iba a ser juntos con su dueña. Compartieron comida, juguetes y cariño por algunos meses hasta que un día, el portón de la entrada de la casa de Gloria quedó mal cerrado. Ambos contemplaron la situación tentadora de una aventura compartida. Pelusa asomó la cabeza y volteó a ver a su compañero en señal de pregunta: ¿vamos a dar un paseo y regresamos a la hora de las croquetas? insinuó la canina. Firulais dudó un poco antes de seguir a Pelusa quien se había adjudicado el papel de jefa de la manada sin más protocolo desde tiempo atrás. Salieron a paso lento emprendiendo el camino y luego trotando sobre la banqueta.

Gloria se quedó sin aliento descubriendo la desaparición de sus dos compañeros caninos. Cómo saber de qué lado se habían ido y desde cuantos minutos. Salió a preguntar a los comerciantes si no habían visto pasar a un flaco y una gordita por la calle. Regresó a casa y decidió emprender una búsqueda exhaustiva por redes sociales: la foto de Firulais mostraba un perro recostado, disfrutando del pasto en pleno sol, mientras que la de Pelusa era de devorar un libro sobre propaganda y opinión pública con hojas al parecer no tan comestibles pues la perrita las había arrancado. Gloria se suscribió en pocos clics a todas las páginas de perros desaparecidos de la ciudad. Un internauta le mandó enseguida un video de Firulais corriendo solo por el mercado. Acudiendo al lugar, Gloria preguntó por los fugitivos sin conseguir más información de que los ya casi amigos se habían separado y que cada uno seguía su propio destino. El mercado era un lugar concurrido para los perros callejeros o perdidos, con un área dedicada para recibir techo, agua y alimento. Desconsolada, Gloria regresó nuevamente a casa para proseguir con la localización digital. Su sorpresa fue grande al descubrir que la publicación había alcanzado centenas de vistas y el mismo número de compartir. Firulais regresó dos horas después, solo, cansado, pero con el hambre puesta para acabarse su plato de comida. Empezó a manifestar tristeza por la ausencia de su compañera de juegos y peleas. Transcurrieron dos días de investigación exhaustiva, fotos recibidas por redes sociales que mostraban perritas parecidas, pero sin las manchas características de Pelusa en las cuatro patas. Gloria agregó detalles en sus publicaciones: amigable, ojos cafés vivarachos, ladrido expresivo: casi habla y republicó las fotos con la mención de: lleva dos días fuera de casa. Varias amistades de Gloria recorrieron la ciudad con su foto en el celular.

Retumbó el timbre de la casa. Pelusa entró al patio. ¿Quién la había ayudado a tocar? Gloria nunca lo supo porque la calle se encontraba vacía. Sedienta, Pelusa terminó su palangana. De gusto, Firulais le propinó un lamido, pero Pelusa lo miró intensamente reclamándole haberla dejado sola en el mercado. Le retiró la amistad y de paso su plato de croquetas.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM