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Poco a poco le vida regresa a la actividad pública y a la economía de nuestro estado. A la imagen de los vecinos regresando a la fuente de Civac después de dos años de sequía, se suma el optimismo que parece flotar en el aire de comerciantes y empresarios que esperan que esta temporada sea el inicio de la recuperación que pacientemente han esperado.

Además de los cientos de miles de muertes que se han reconocido oficialmente -y un número mucho mayor de decesos que se sospechan mal identificados- el Covid representó un severo golpe a la economía de todo el mundo.

El Banco Mundial considera a la reciente pandemia como la razón de la mayor crisis económica en más de un siglo, lo que significa que, en términos puramente económicos, fue más desastrosa que el famoso crack de los años 20 del siglo pasado.

Esta crisis condujo a un aumento drástico de la desigualdad interna de las naciones y, desde luego, entre los países. Además de muerte, el Covid nos dejó pobreza y sistemas económicos y de producción desarticulados.

En México incrementó la migración y afectó a comunidades enteras que ya vivían en la precariedad antes de la pandemia. El Banco Mundial reconoce que “los impactos económicos de la pandemia fueron especialmente graves en las economías emergentes, donde las pérdidas de ingresos pusieron de manifiesto y exacerbaron ciertos factores de fragilidad económica preexistentes”.

“La pobreza mundial se incrementó por primera vez en el curso de una generación, y las desproporcionadas pérdidas de ingresos sufridas por las poblaciones desfavorecidas condujeron a un enorme aumento de las desigualdades internas y entre los países. Según los datos de diversas encuestas, en 2020 el desempleo temporal entre los trabajadores que solo tienen educación primaria completa se elevó en el 70 % de los países. La pérdida de ingresos también fue mayor entre los jóvenes, las mujeres, los autónomos y los trabajadores ocasionales con niveles más bajos de educación formal. Las mujeres se vieron particularmente afectadas por la pérdida de ingresos y de puestos de trabajo, dado que era más probable que estuvieran empleadas en los sectores más afectados por los confinamientos y por las medidas de distanciamiento social”, características, todas, que parecen retratar a México y a Morelos.

Esas afectaciones no se remediarán de la noche a la mañana y la forma en que las economías se recuperen seguramente será motivo de estudio durante la próxima década, pues en las mejorías se pondrán a prueba las medidas que haya adoptado cada sociedad y sus respectivos gobiernos.

Por lo pronto, nos sumamos al optimismo de los niños en Civac y de los empresarios, comerciantes y productores. Ojalá en la semana santa de 2023, tan esperada por todos ellos, aunque por diversas razones, se marque la recuperación real y sostenida de nuestra economía, que tanta falta nos hace.