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Nochebuenas, tejocotes y otras plantas navideñas

La presencia de las plantas atraviesa toda la humanidad. No hay fecha, temporada o celebración en la que no esté presente alguna planta, ya sea como alimento, decoración o elemento simbólico.

Pienso en los elotes, nopales y quelites de las Fiestas Patrias; en las flores de los festivales de primavera, en la deliciosa temporada de mango durante el verano; en los adornos de palma del Domingo de Ramos y las cruces de flores de pericón del 28 de septiembre; también en el cempasúchil y las flores de terciopelo de las ofrendas del Día de Muertos, en las calabazas de Halloween y en las flores mortuorias de los panteones.

En la temporada navideña también hay muchas plantas que usamos: coronas de acebo y muérdago; musgo, heno, paja, bromelias y orquídeas en los nacimientos; romeritos con mole, tejocotes y Jamaica en el ponche; arbolitos de navidad y, mis favoritas, flores de nochebuena, con sus espectaculares tonos rojos y verdes.

La flor de nochebuena (Euphorbia pulcherrima) es una especie originaria del sur de México que ha viajado de América hacia Europa y Asia, con una gran importancia simbólica y económica. Hace 10 años el mercado de nochebuenas en Estados Unidos se estimaba en más de 100 millones de dólares y en México, alrededor de 700 millones de pesos. Datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de 2012 situaban a Morelos como el mayor productor de Nochebuenas del país, con alrededor del 40% del total nacional.

Además de la importancia económica y belleza estética, las nochebuenas son una planta muy interesante. La parte roja de la inflorescencia que solemos considerar como “pétalos” rojos, en realidad son más o menos unas hojas modificadas, conocidas como brácteas. Uno de sus objetivos es atraer polinizadores, como ocurre con las flores de nochebuena y de las buganvilias. Ya en el centro de la inflorescencia están las flores. Seguramente las han visto: son pequeñas, acampanadas, de color amarillas verdosas, y con un nectario que suele tener una gotita de miel (pruébela, es bastante dulce). La nochebuena tiene nombre en lenguas originarias: Cuitlaxóchitl (náhuatl), en Chiapas es conocida como aijoyó (zoque), en Oaxaca como gule-tiini (zapoteco) y lipa-que-pojua (chontal), en la región de El Tajín, Veracruz es conocida como pastushtln (totonaca), en Michoacán como uanipeni y en Morelos como poscuaxúchitl.

También nativos de México son los romeritos y el tejocote. Los romeritos que comúnmente se guisan con mole, camarón y papas son una planta nativa de México con distribución también en Estados Unidos. Su nombre científico es Suaeda torreyana, es una planta anual que se considera un tipo de quelite. Crece de forma silvestre en Baja California Norte, Chihuahua, Distrito Federal, Jalisco, Estado de México, San Luís Potosí, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas y Zacatecas.

A los tejocotes los amas o los odias. Recuerdo que de niño siempre se lo quitaba al ponche porque no me gustaba el sabor agridulce ni los huesecillos del interior. De hecho, la palabra tejocote viene del náhuatl tetl, “piedra” y xocotl, “fruto agridulce”. Ahora de adulto los disfruto en el ponche y mucho más en almíbar. Su nombre científico es Crataegus mexicana. De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad, además del uso gastronómico que hacemos de los tejocotes, estos árboles se han utilizado en la conservación de suelo y control de la erosión, para reforestar taludes y barrancas en zonas semiáridas, debido a la resistencia a enfermedades y a condiciones adversas que tienen.

Otra planta representativa es, cómo no, el árbol navideño. Suelen ser arbolitos de pino pero recientemente he visto otros tipos usados como árboles navideños. Cada año hay una controversia si comprar el árbol natural o artificial, que si es más contaminante uno que otro, que si promueve la deforestación o que si es una atrocidad cortar un árbol simplemente para usarlo como adorno desechable. Al respecto, Cristina Ayala (crisstagram en Tiktok e Instagram) tiene un video buenísimo en el que explica que los árboles navideños naturales son más sustentables que los artificiales e incluso que no poner árbol. La razón es que los árboles naturales producidos en plantaciones sustentables son una actividad controlada, regulada y que ayuda al medio ambiente al captar carbono y ayudar a la economía local. ¿Cómo es que talar árboles puede ser bueno para el ambiente? La razón es que la existencia de estos bosques con árboles sembrados exprofeso para ser usados como árboles de navidad, permiten por un lado suplir la demanda de los árboles en esta época, evitando que se deforesten áreas donde los árboles crecen de forma silvestre y la otra, es que esta actividad permite que sigan sembrándose árboles, con los beneficios que esto conlleva.

Cierro esta columna diciendo que los Nacimientos son una bomba de plantas. Suelen usarse musgos, heno (que no es heno) sino una planta que crece sobre los árboles (epífita, no parásita), cactáceas, orquídeas, bromelias, sellaginelas, crasuláceas y una infinidad de plantas silvestres. En este caso debo decir que esta práctica es terrible para la biodiversidad y para la supervivencia de especies nativas. Si vamos a poner un nacimiento, mejor que sea con aserrín, paja, tierra que podamos usar, con tronquitos y plantas que no terminen en la basura, sino en nuestros jardines.

*Comunicador de ciencia. Instagram: @Cacturante

Un grupo de personas alrededor de una mesa con comida diferente

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