Corrido suriano para una matemática
Agustín B. Ávila Casanueva*
La música popular no solamente retrata a los grandes héroes y villanos de batallas épicas —tradición que se cumple desde Homero con la guerra de Troya, hasta los corridos de la Revolución Mexicana—. Al mismo tiempo, abrazan la cotidianidad de un amor, de un buen sazón, de los secretos familiares. Cada estilo musical lo hace a su modo y con sus instrumentos. Pero siempre con una celebración de por medio.
Bajo es excusa y más bien dejándome llevar por la oreja y la barriga, el pasado 15 de septiembre asistí a un concierto del dueto “Blanca Flor”, realizado en el café y centro cultural El Jardín de Xólotl, ubicado al norte de la ciudad. Entre tragos y tacos, disfrutamos de varios sones interpretados por Francisco Ocampo y Mar Ortega, quienes se hicieron acompañar de Alejandra Cuervo en el arpa. Después de varios sones, dejaron descansar a las jaranas por un momento y con un bajo quinto bajo el brazo, empezaron a entonar corridos surianos.
La verdad es que si ya me la estaba pasando bien, pelé los ojos —y oídos— aún más cuando Francisco anunció que lo que cantarían a continuación era el “Corrido esdrújulo a una matemática”. El corrido suriano no le tiene miedo a los retos, y hasta presume de sus capacidades literarias. Así que no conforme con hacer versos esdrújulos, en esta composición del morelense Jesús Peredo Flores, el corrido nos instruye en otra parte de la cotidianidad: el estudio de las matemáticas.
Les pongo aquí parte de los versos, que muy amablemente me compartió Francisco, donde el narrador nos habla del amor que siente por una estudiante de matemáticas, disciplina en la que él, a pesar de demostrar bastantes conocimientos, no parece tener los suficientes para llamar la atención de la estudiante. Ojalá pronto puedan escuchar este corrido en vivo.
Evoco al pensamiento filosófico,
de los sabios Platón y el grande Sócrates
que, por medio de aquellos bellos diálogos,
iluminen mi corazón romántico.
Pues mi verbo se encuentra muy insípido
para unir las más hermosas sílabas,
que describan con la más fina poética,
a mi musa que tanto ama a los números.
Ella aspira ser una matemática,
que sea experta en el uso de los triángulos;
y, por medio del saber trigonométrico,
ser la dueña de aquel mundo de cálculos.
Al entrar en ese bello ámbito
de secretos cerrados a los neófitos
se propone ser una gran científica
y lanzarse por nuevos rumbos teóricos.
[…]
Si cortamos una figura cónica
hallaremos unas curvas simpáticas,
desde elipses y algunos simples círculos
hasta hipérbolas que apuntan las parábolas
Aunque tal vez no he sido muy explícito
en usar la geometría analítica,
pues si corto un cono muy simétrico
convergentes serán sus líneas cúspides
Si yo fuera un sabio de aritmética
de nosotros sería mi temática
y a través de una ecuación múltiple
demostraría mi amor sin una mácula
Pero soy en esta ciencia lírico
ignorante de las ideas empíricas
y humilde me retiro en estos párrafos
cantándole a mi mundo desde tu ángulo
*Coordinador de la Unidad de Divulgación del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM