Hace unos días la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dio a conocer su informe “Ganancias y Pobreza: Aspectos Económicos del Trabajo Forzoso”, en su segunda edición, estudio que investiga los factores subyacentes que fomentan el trabajo forzoso, entre los cuales destacan las ganancias ilegales asociadas a este flagelo que se identifica en diferentes campos.

La primera edición, publicada en 2014, estimó las ganancias obtenidas en 150 mil millones dólares anuales y fijó la cifra de personas víctimas del trabajo forzoso en 24.9 millones a nivel global. Para el 2024, la OIT considera que las denominadas formas modernas de esclavitud laboral generan a nivel mundial 236 mil millones de dólares al año, e indica el informe que esa riqueza es producto del trabajo forzoso de 27.6 millones de personas que diariamente son víctimas de este ilícito, cifra que, como se observa, va en aumento, al igual que los beneficios ilegales de este fenómeno.

Asia y el Pacífico albergan más de la mitad del total de las personas explotadas, 15.1 millones, seguido por Europa y Asia Central, con 4.1 millones; África, con 3.8 millones: América, con 3.6 millones, y los Estados Árabes. con 900 mil. Si la medición es en términos demográficos, los países árabes encabezan la lista con 5.3 víctimas por cada mil habitantes. En América, incluyendo México, el índice es de 3.5 por mil.

Como el propio Informe señala, lo que se revela es alarmante: no sólo el beneficio ilegal total del trabajo forzoso es extremadamente alto, pues parece haberse disparado en los últimos 10 años, tanto en el aumento del número de personas en trabajo forzoso como al hecho de que cada víctima les genera más beneficios. Las ganancias generadas por la explotación laboral están fortaleciendo redes criminales, fomentando la corrupción y socavando el Estado de derecho.

El informe de la OIT desglosa las ganancias generadas en las distintas formas de ese fenómeno, el cual se manifiesta de diversas maneras, concretamente en el ámbito de los hogares, la industria y la prostitución. El sector industrial concentra 37% de las víctimas del trabajo forzoso, incluyendo la extracción minera, la manufactura, la construcción, el sector de servicios; seguido por el de los servicios con 32%: la agricultura, con 12% el trabajo doméstico, con 8%.

La OIT estimó en 2021 que alrededor de 6.3 millones de personas se encontraban en situaciones de explotación sexual comercial forzada en todo el mundo. Casi cuatro de cada cinco víctimas son niñas y mujeres, el restante son hombres menores de edad. Señala el Informe que “En otros sectores de la economía privada, los casos de trabajo forzoso entre adultos son menos numerosos, pero aún se cuentan por cientos de miles, incluidos aquellos obligados a mendigar en las calles o participar en actividades ilícitas”.

El sector industrial es donde se concentran las víctimas de trabajo forzoso; pero la explotación sexual es la que genera más riqueza. El dinero relacionado a la explotación sexual concentra 73% del total de las ganancias del trabajo forzoso, casi 173 mil millones de dólares. Una víctima de explotación sexual estaría generando 27 mil 252 dólares anuales, mientras que una persona sometida a trabajo forzoso unos 3 mil 685 dólares.

El trabajo forzoso se refiere a aquellos servicios prestados bajo la amenaza de una pena y que se presta sin la voluntad de las víctimas, pues el hecho de recibir algún pago a cambio de los servicios no impide que éstos sean calificados como trabajo forzoso. El informe de la OIT señala diversas formas de coacción para obligar a una persona a ejercer cierta actividad contra su voluntad: la principal es la retención de su salario por parte de empleadores, ocurre en uno de cada tres casos; la amenaza de despido ocurre en uno de cada cinco casos. Existen otras formas más graves de coerción -como el aislamiento forzado, la violencia física y sexual y la privación de la libertad, que son menos comunes, pero no son menores.

El análisis sobre la riqueza ilícita derivada por el trabajo forzoso muestra que es mayor en Europa y Asia Central (84.2 mil millones de dólares), seguida por Asia y el Pacífico (62 mil 400 millones de dólares), América (52 mil 100 millones de dólares), África (19 mil 800 millones de dólares) y finalmente los Estados árabes (18 mil millones de dólares).

El beneficio por víctima difiere entre las regiones. La media es de 10 mil dólares anuales por víctimas, pero se eleva a 21 mil 248 dólares en Europa y Asia Central y 20 mil 318 en los países árabes En América se estima en 15 mil 199 dólares al año por persona en condiciones de vulnerabilidad.

Como dice el informe de la OIT “Existe una necesidad urgente de invertir en medidas coercitivas para abolir las ganancias derivadas del trabajo forzoso y llevar los perpetradores ante la justicia. Actualmente, los casos penales por el delito de trabajo forzoso siguen siendo bajos en la mayoría de los países y, por lo tanto, los perpetradores pueden beneficiarse de estas prácticas con impunidad”.

*Especialista en Derechos Humanos