

Las crónicas de la época señalan que cuando los generales Robert E. Lee del ejército Confederado y Ulysses S. Grant de jefe del ejército de La Unión se estrecharon las manos en Appomattox en el estado de Virginia en 1865 marcando el fin de la Guerra Civil en los Estados Unidos, como un método para relajar la ya de por sí tensa situación, recordaron las experiencias vividas en la guerra con México dieciocho años atrás. Ambos se conocieron y participaron en la guerra contra nuestro país.
Las características geográficas, naturales y demográficas de la cañada de Cuauhnáhuac y el Plan de Amilpas han causado la admiración de propios y extraños por siglos. Ya desde la antigüedad más temprana en que los pueblos originarios se asentaron este sitio, pasando por los conquistadores y frailes como Hernán Cortés o Bernardino Álvarez, científicos como Francisco Hernández de Toledo o Alexander von Humboldt dejaron constancia de su paso por estas tierras además de hacer en mayor o menor medida descripciones del lugar, incluso uno de los presidentes estadounidenses de la segunda mitad del siglo XIX.

El complejo siglo XIX para nuestro país se signó con un sin número de enfrentamientos armados, guerras civiles y agresivas intervenciones extranjeras, es de estas últimas las que quiero destacar una de ellas en esta columna, en la guerra Mexicano-Estadounidense de 1846-1848. Más allá de lo que implicó para nuestro país perder poco más de la mitad del territorio, en lo que me quiero enfocar es en uno de los participantes de esta guerra y su visita a lo que posteriormente sería el Estado de Morelos.
En 1848 poco después de la firma del armisticio entre las dos naciones, el teniente de 26 años y futuro presidente de Estados Unidos entre 1869 y 1877, Ulysses S. Grant realizó un recorrido por las poblaciones al sur del Popocatépetl. En el capítulo XIII de sus memorias Grant habla de la ciudad de Cuautla de la siguiente manera: “El grupo con el que estaba se trasladó hacia el sur por el valle hasta el Ciudad de Cuantla (Cuautla), a unas cuarenta millas de Ameca Ameca. El último se encuentra en la llanura al pie del Popocatépetl, a una elevación de unos ocho mil pies sobre el agua de la marea. La pendiente hacia abajo es gradual a medida que el viajero se mueve hacia el sur, pero uno no juzgaría eso. Al ir a Cuantla, se había hecho suficiente descenso para ocasionar un cambio material en el clima y las producciones del suelo; pero tal es el caso. Por la mañana dejamos un clima templado donde los cereales y las frutas son los comunes a los Estados Unidos, nosotros nos detuvimos por la noche en un clima tropical donde la naranja y el plátano, el café y la caña de azúcar estaban floreciendo. Habíamos estado viajando, aparentemente, en una llanura todo el día, pero en la dirección del flujo de agua”.
A pesar de su corta estadía Grant destacó en sus memorias el carácter natural y lo fértil de los campos que rodean a la ciudad de Cuautla. Por su testimonio el futuro presidente de los Estados Unidos no pasó más de dos días en Cuautla, alojándose a las afueras de una modesta casa de un local perteneciente a la Guardia Nacional. La condición por la que se le permitió pernoctar en se sitio era que a la mañana siguiente debía marcharse él y el grupo de soldados que lo acompañaban, poniendo rumbo a Cuernavaca.
En su viaje hacia la ciudad de Cuernavaca, Ulysses S. Grant vuelve a describir el ambiente natural de la región, además de catalogar a la Sierra de Montenegro y el paso entente las Amilpas y la cañada de Cuauhnáhuac como pintoresca rica en paisajes desde la cual podía divisarse el casco de la antigua ciudad indígena. “Cuernavaca es una ciudad al oeste de Guantla. El país a través de la cual se aprobaron, entre estas dos ciudades, es de clima tropical y producciones y rica en paisajes. En un punto, aproximadamente a mitad de camino entre los dos lugares, la carretera pasa por encima de un paso bajo en las montañas, en el cual hay un pintoresco casco antiguo de la ciudad, los habitantes de que en su día fueron casi todas plenas de indios. Muy pocos de ellos ni siquiera habla español. Las casas fueron construidas de piedra y generalmente de un solo piso alto. Las calles eran angostas, y probablemente se había allanado antes de Cortez visitó el país. No habían sido evaluado, pero la pavimentación se ha hecho sobre la superficie natural.”.

Por su descripción se intuye que el grupo que acompaño a Grant, visitó las ruinas de Teopanzolco, antes de entrar propiamente a Cuernavaca. En sus memorias lo señala de la siguiente manera: En una colina con vistas a esta localidad se encuentra la tumba de un antiguo rey; y se entendía que los habitantes veneran esta tumba muy alta, así como la memoria del gobernante que se suponía que iba a ser enterrado en ella. Subimos la montaña y vimos la tumba; nos mostraron signos de arquitectura particular, conocimientos mecánicos… Al día siguiente fuimos a Cuernavaca.
Aunque la guerra entre México y los Estados Unidos es recordada con toda justicia por la pérdida de la mitad del territorio nacional, escritos como el de Grant nos ayuda a conocer parte de nuestra historia vista desde el otro. Así como Hernández de Toledo y Humboldt estuvieron presentes en lo que con el tiempo sería el estado de Morelos, vale la pena mencionar que, hasta un presidente de los Estados Unidos, en este caso Ulysses S. Grant se cuenta entre los visitantes “connotados” por decirlo de algún modo, de esta región.
*Historiador
