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Héctor Rosales

Autores fundamentales de la cultura popular: Néstor García Canclini.

Revisamos, a continuación, otra forma de entender la cultura y lo popular que ha tenido una especial significación en México y en América Latina. Nos referimos a las contribuciones de Néstor García Canclin, autor argentino y mexicano (“argenmex”).

No hay duda que el estudio de Néstor García Canclini: Las culturas populares en el capitalismo, constituye un ejemplo de cómo la redefinición de la cultura popular es posible y tiene sentido cuando forma parte de un esfuerzo cognoscitivo más amplio. (García Canclini Nueva Imagen, 1982). El objetivo de la investigación de Canclini: ofrecer una interpretación de los conflictos interculturales en el capitalismo, sigue vigente, sólo que ahora las situaciones parecen más exacerbadas y dramáticas.

En cualquier caso, la posición personal que se construya hoy en torno a las culturas populares no puede omitir los avances teóricos y metodológicos ya alcanzados. Por ejemplo:

La constatación de que la diversidad cultural de formas de producir y reproducir, de imaginar y soñar, de nacer, vivir y morir inventadas en el largo tiempo histórico, existen hoy en una relación conflictiva con la forma capitalista que cuenta con varios siglos de existencia y que adquiere múltiples modalidades de actualización. La necesaria discusión del término “cultura” y su uso para comprender la manera en que se produce y reproduce lo social.

La necesidad de una estrategia de estudio capaz de abarcar la producción, circulación y consumo de los objetos, expresiones y prácticas culturales.

Pensar la cultura como un instrumento para comprender, reproducir y transformar el sistema social, para elaborar y construir la hegemonía de cada clase. En este sentido, las culturas populares (más que la cultura popular como totalidad abstracta) son el resultado de una apropiación desigual del capital cultural, de la elaboración propia de sus condiciones de vida y de la interacción conflictiva con los sectores hegemónicos.

Las culturas populares se constituyen en dos espacios: a) las prácticas laborales, familiares, comunicacionales y de todo tipo con que el sistema capitalista organiza la vida de todos sus miembros; b) las prácticas y formas de pensamiento que los sectores populares crean para sí mismos, para concebir y manifestar su realidad, su lugar subordinado en la producción, la circulación y el consumo.

Hay dos constataciones en el estudio de García Canclini que resultan estimulantes: el hecho de que el futuro de las culturas populares depende del conjunto de la sociedad y que se requiere una modificación sistemática de todos los medios de producción, circulación y consumo cultural.

“Pero esta reorganización del campo cultural podrá cumplirse cabalmente en una sociedad que no se base en la explotación mercantil de los hombres y de sus obras”. (García Canclini 1982, 212).

¿Es posible todavía pensar que pueda existir una sociedad diferente? Si el capitalismo y sus transformaciones contemporáneas, apoyadas en los avances científicos y tecnológicos es el escenario en que debemos actuar, qué tipo de acciones culturales resultan adecuadas. ¿Para qué, para quién y con qué fines?

Para responder estas preguntas es útil volver a Gramsci y el concepto de hegemonía, entendida como un proceso de dirección política en el que una clase o sector logra una aprobación preferencial de las instancias de poder en alianza con todas las clases. La influencia gramsciana orientó el interés de los investigadores hacia la capacidad de réplica y autonomía de las clases subalternas. Es importante advertir acerca del riesgo de atribuir propiedades de resistencia contra el poder a fenómenos que son simples recursos populares para resolver sus problemas u organizar su vida, al margen del sistema hegemónico (por ejemplo, en los casos de la solidaridad barrial, o la organización en mayordomías para las fiestas populares o en formas campesinas de producción.