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Alejandra Covarrubias Robles, investigadora del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, logró identificar proteínas que permiten al frijol tener un mecanismo de protección frente a las sequías, que podrían utilizarse como herramientas de mejoramiento en otras especies, de acuerdo con información difundida por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología.

La investigadora reconoce cómo sería la situación de la agricultura mexicana frente al cambio climático “porque una buena parte del territorio que se usa para cultivar diversas especies de semillas o plantas depende de la lluvia… es muy grave porque está cambiando el clima en todos sentidos, están aumentando las temperaturas, está disminuyendo la cantidad de agua en los suelos, eso ha generado problemas de todo tipo”.

“Si llega una sequía súbitamente en el momento en que la planta empieza a crecer y a generar frutos o semillas, aunque haya riesgo a posteriori o lluvias, ya la producción va a disminuir”, explica.

El estudio de Alejandra Covarrubias es en torno a lo que sucede en una planta cuando está sometida a la sequía, es decir, cómo responde a la deficiencia de agua; “las plantas en general tienen una respuesta común, pero no necesariamente tienen las mismas respuestas de ajuste porque crecen en condiciones diferentes… empezamos buscando genes cuya actividad estuviera modificada cuando la planta se ponía en sequía para, a su vez, conocer las proteínas y a sus funciones, que ya en su conjunto van a generar estos mecanismos de adaptación a estas condiciones adversas”, abunda la investigadora.

El frijol parece ofrecer respuestas: “hemos encontrado diversas proteínas que llevan a cabo una función en la condición de deficiencia de agua e incluso se acumulan en la semilla seca. Pensamos que esas proteínas podrían proteger a otras proteínas o a estructuras celulares de la planta. Una vez que sepamos su función de una forma más detallada podrían contribuir de una forma más detallada a generar herramientas de mejoramiento para otras especies que no sean frijol”, explica y traza una meta de largo plazo: ofrecer esas herramientas a los agricultores para que puedan obtener plantas que puedan enfrentar mejor las sequías y tener herramientas que le ayuden a seleccionar y a generar esas plantas con mayor facilidad.

Sin embargo, Covarrubias Robles insiste en que aún con el desarrollo de esos apoyos biotecnológicos, es necesario avanzar en prácticas de agricultura amigables con el medio ambiente. “La agricultura inteligente requiere no solo de plantas con mejores respuestas de ajuste a esas condiciones climáticas adversas, también de cambiar nuestra actitud como sociedad y como individuos”, concluye la investigadora.