loader image

 

 

En la obra de Alejandro Aranda encontramos alquimia de los sentidos y las formas, experiencias de paisajes inéditos, cotidianos, cristalinos de armonías entre la tierra y la humanidad. Nació en Almoloya, Guerrero en 1956. Campesino migrante, estudiante-combativo, esposo-padre, pintor-grabador. Radica en Cuernavaca, Morelos, desde 1968. Es cronista gráfico participa solidario en movimientos populares y campesinos desde los 70’.

 

Fue con una prensa de golpe que imprimió su primer grabado en el 77’. Entre perseverancia y la terquedad ingresó al Instituto Regional de Bellas Artes en el 83’. Le introdujeron al dibujo y la pintura Luis de Betanzos, Ignacio Palencia, y Armando Kramsky.

 

Siempre está en busca del otro México, mostrando virtudes y vicisitudes, paisajes donde los elementos son protagonistas, parajes de la vida cotidiana entre humanos y naturales en la Sierra, siempre desde el respeto y la gratitud a Pachamama, desde la franqueza de quien trabaja la tierra y se sabe codependiente y pasajero de una Madre generosa, proveedora donde las raíces aun crecen.

 

Conjuga en sus pinceles arte y activismo desde una semiótica social, abre la oración del sueño que no despierta, se alumbra con los colores del maíz, en la búsqueda del porvenir con forma de tortilla.

 

¿Qué color tiene el destierro? ¿De qué color es la piel de sus transterrados? Plegarias al cielo por los caminos inciertos donde los puentes no conectan si no dividen. Puntos de fuga, yacimientos de agua, armonioso equilibrio cuando se usa lo que se necesita sin acumular y sin apropiarse de los recursos, nacen del agua-fuerte y el agua-tinta. ¡Ay del silencio del ahuehuete al morir!, le extirpan a nuestros viejos de agua y se oye que truena en su raíz un estertor de sequias. Lo vieron los ojos de las aldeas tiempos efímeros cuando nos reconocíamos parte de la naturaleza, ahora pervive imponerse para apropiarse y explotar en desmesura, sin registro que reforeste nuestra propia supervivencia.

 

Alejandro Aranda produce linograbados, agua-fuertes sobre cobre. Nos presenta retratos del neoliberalismo fruto de la primera guerra mundial y su indigente compasión. De sus herramientas, nacen Tonatiuh y Meztli, dualidades terracota uni-verso bermellón entre las luces de olas rojas. Dos volcanes lanzan fumarolas bajo su sombra.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *