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Charla con la única hija sobreviviente del último héroe del proletariado

 

“Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará aquí. (…) este terreno endurecido, donde nada se mueve y por donde uno camina como reculando.”.

Juan Rulfo, El Llano en Llamas

Carlos O. Morales

Así lucia Villa de las Flores, antes de convertirse en la colonia Rubén Jaramillo en memoria del último héroe que luchó por un verdadero reparto de tierras como lo hizo en su momento Emiliano Zapata, su ídolo y ejemplo.

Los años transcurridos desde aquella operación Xochicalco, en el ya lejano 23 de mayo de 1962, donde fue masacrada la familia de Rubén Jaramillo, por un grupo de militares fieles al asesino intelectual, el presidente Adolfo López Mateos, de nada han servido, pues año con año, no hay conmemoración alguna por parte de los tres niveles de gobierno, menos del Poder Legislativo.

Rubén Jaramillo Ménez es el último héroe del proletariado, por siempre olvidado, ni siquiera aquí, en esta colonia que a su inicio era una tierra árida como sacada de la narrativa de una de la novela de Juan Rulfo. Nadie eleva siquiera una oración en su memoria, aquí en el municipio más inseguro y más violento del estado de Morelos, no hay ni un modesto busto de quien dejó el ejemplo de honradez y de lucha por su gente, por sus pueblos.

Solo quedan los recuerdos, aquellas imágenes de ver a sus hermanos y sus padres masacrados, sin entender la saña con la acabaron toda su familia.

Raquel Jaramillo Zúñiga, con los años encima, la única sobreviviente de aquella pesadilla eterna, en una charla con la Jornada Morelos, habla despacio, pero con una gran lucidez, como si fuera ayer, aun y con el paso del tiempo reflejado en su rostro y en sus piernas, ya no es la misma de hace 25 años cuando por primera vez recordamos juntos al hombre de robusta figura, de manos ásperas y maltratadas por el arado del campo.

Raquel Jaramillo, parece fundirse en la leyenda del revolucionario campesino, Rubén Jaramillo, hoy Raquel rememora aquella trágica fecha, cuando gobernaba el presidente de la República, Adolfo López Mateos, autor intelectual del crimen y protector de caciques acaparadores de tierras y cosechas en el estado de Morelos, autorizó al ejército y sus pistoleros para sacar de su casa al campesino y revolucionario zapatista y a toda su familia para ejecutarlos cerca de la zona arqueológica de Xochicalco; esos recuerdos los narra Raquel, mientras se acomoda en su silla de ruedas a la entrada de su casa, aquí en la colonia que lleva el nombre de un gran hombre, del último héroe que amó como nadie la tierra del general y líder de todos los morelenses.

Raquel Jaramillo, seria, pero con una gran memoria, recuerda:

– Mi papá me mandó recoger un taxi que mandaba a manejar. Por eso no estaba cuando llegaron los soldados y los matones.

Hace pausas en sus relatos, acomoda sus pensamientos y reconoce que nadie del gobierno estatal o federal ha hecho nada por la colonia Rubén Jaramillo, quien fue el primer administrador del Ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec.

La entrevista no fue fácil, hubo que esperar horas, ya que Raquel Jaramillo, realiza paseos por los alrededores de la colonia, la que alguna vez, tuvo que ser vigilada por los mismos vecinos en las noches por la peligrosidad que aun actualmente se encuentra entre la zozobra y el miedo por los niveles delincuenciales.

Desde su silla de ruedas, dice vivir con mucho dolor cada aniversario luctuoso de don Rubén, “porque nadie puede sentir lo que yo, cuando regresas a tu casa y te dicen que soldados y judiciales se llevaron a tu familia, es algo que muchas veces en tus aposentos lo recuerdas, porque las imágenes están ahí, cuando descubren los cadáveres al lado de una terracería, no los puedes borrar, ahí están y estarán por siempre, viven conmigo… pero yo estoy bien, estoy acompañada por mis hijos y mis nietos”.

Continúa Raquel Jaramillo Zúñiga: “mi hijo el grande. Fernando Diaz Jaramillo vive en mi casa, aquí en la calle Independencia, aquí montó un taller automotriz, mientras que Rogelio, Ricardo, Irma, María Dolores y Betsaida viven en distintas ciudades de la Unión Americana”.

De la solemnidad de la entrevista, por primera vez su rostro se enciende, sonríe, y aún con la nostalgia de todo lo que ha vivido, cuando recuerda aquellos años de la década de los 80, el entonces gobernador Lauro Ortega Martínez, un gran admirador del cardenismo de Rubén Jaramillo la ayudó mucho.

Primero ayudó mucho a la colonia, hizo reuniones de fortalecimiento municipal, mandó pavimentar muchas calles, se introdujo la red de agua potable, el drenaje, y muchas obras para el beneficio de la colonia, “a mí me dio dos combis del servicio colectivo, pero como no me alcanzó para pagarlas, empeñé las escrituras de mi terreno, cuando se enteró don Lauro me regañó, mandó que se cubriera la deuda y me dio otras cuatro unidades del servicio colectivo. Pero siempre me fui muy complicado administrar las rutas, así que terminé vendiendo los permisos, y desde entonces estoy aquí en mi casa, con el cariño y apoyo de mis hijos, hijas y nietos.”

Un testimonio de Fernando Díaz Jaramillo uno de los hijos de Raquel

“Tendría unos siete u ocho años, ese día 23 de mayo, me mandaron a ayudar a un pariente a un rancho cercano a Tlaquiltenango, en la casa donde vivíamos, era la casa de Don Rubén Jaramillo y su esposa Epifanía Zúñiga y todo lo que cuenta mi madre, así sucedió, a mí no me tocó por estar lejos de esas ejecuciones, porque eso fue, no hay otro nombre para calificar la barbarie”.

Fernando Díaz, hijo de Raquel, cuenta ya con 70 años, tenía un taller mecánico. Ahí en la casa de su madre, donde ahora el taller es atendido por su hijo nieto de la única sobreviviente de un hecho vergonzoso, calificado en su momento como urgente y necesario para bien del país, según el presidente, Adolfo López Mateos.

El hijo de Raquel cuenta que, desde un accidente sufrido, dejó a su hijo encargado, “pero somos felices, nos hemos acostumbrado a que Raquel mi madre, la única hija de Don Rubén, vaya al mercado, visita gente conocida”.

No hay festejos, reconoce, solo se festeja el aniversario de la colonia. Pero nada más, la charla concluye al iniciar su recorrido por las calles de la zona, “la señora Raquel” como la conocen todos aquí, en la colonia “Rubén Jaramillo”, que lleva el nombre del héroe revolucionario olvidado…

 

Hombre con las manos en la cabeza

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Una persona con una camisa blanca

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