loader image
Fotografía: El mexiquense

Si alguien se la pasa grabando en el maguey, son los gusanos rojos. Este gusano es una plaga, aunque las pencas de los magueyes no son su parte favorita de esta planta, sino más bien es el corazón, la piña del maguey, la que consume con mayor fervor. Este gusano es de gran importancia cultural y gastronómica, pero a pesar de décadas de esfuerzos no se han podido crecer sin la presencia del maguey.

Intentando conocer de mejor manera a este insecto, Diana Hernández Oaxaca —estudiante de doctorado del Centro de Ciencias Genómicas (CCG) de la UNAM, campus Morelos— está estudiando el rol que tienen los microbios que habitan en el tracto digestivo del gusano y qué función cumple dentro del desarrollo del insecto.

El ciclo de vida del gusano rojo es complicado. Pasa de 4 a 5 meses consumiendo la piña del agave, para después, ya lleno de nutrientes, pasar una cantidad de tiempo similar en la zona de las raíces del agave, donde llevará a cabo su metamorfosis y saldrá nuevamente al mundo como una polilla que vivirá solamente unos 4 o 5 días.

La piña del agave, que tantos dulces tragos nos provee, no es un lugar muy acogedor si uno es un gusano. En realidad hay pocos nutrientes y en general es un ambiente hostil. Hernández Oaxaca busca entender de mejor manera cómo es que el gusano sobrevive, y para ello muestreó distintos gusanos rojos en San Agustín Tlaxiaca, en el estado de Hidalgo, y los llevó al laboratorio de la Dra. Esperanza Martinez en el CCG, donde realiza sus estudios. Mediante distintas técnicas de biología molecular y bioinformática, Hernández Oaxaca ha logrado secuenciar y analizar el genoma del gusano y algunos genes de los microbios que lo habitan, así como aislar a varios de estos microbios.

Los resultados que ha obtenido hasta ahora apuntan a que los microbios no generan directamente ningún nutriente para el gusano, pero sí ayudan a degradar distintos carbohidratos del maguey, para que el gusano los pueda aprovechar de mejor manera. También encontró que los microbios son capaces de proveer al gusano de nitrógeno, un nutriente normalmente escaso.

En colaboración con el Instituto de Biotecnología de la UNAM —también en el campus Morelos—, han encontrado que los microbios que el gusano hospeda también tienen capacidades microbianas, apuntando a que cumplen también un papel en la salud del insecto.

El gusano rojo sigue planteando muchas incógnitas sobre cómo logra sobrevivir y atravesar tantos cambios en su ciclo de vida. Pero vamos dando pasos firmes hacia entender de mejor manera a este sabroso lepidóptero.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *