Llega septiembre, el mes de la patria, y todos nos aprestamos a celebrar la Independencia y compartir con los vecinos el entusiasmo que nos da poder identificarnos mutuamente como morelenses y mexicanos; es una oportunidad de verdadera fiesta cívica en la que, además de reconocernos como miembros de la misma tribu, también se presta a la reflexión de lo que podemos hacer por nuestras patrias -la chica y la grande- y renovar nuestros votos con la comunidad para trabajar mejor por el bien de todos.

Las fiestas cívicas en diversas naciones son en ocasiones más importantes que las religiosas, como sucede en Estados Unidos con su famoso Día de Acción de Gracias, en la que judíos, cristianos, afroamericanos e hispanos se reúnen para celebrar el nacimiento de su patria, aunque sea adoptiva, cosa que no pueden hacer en navidades o fines de año, por la discrepancia de creencias.

La comunidad necesita sus espacios de encuentro. No es casual que hasta en las comunidades más apartadas o menos pobladas haya una plaza, algunas hasta con quiosco; necesitamos nuestra ágora, esas plazas o espacios que en la antigua Grecia representaban el centro de la vida política, comercial y social de una ciudad. Era un lugar donde la gente se reunía para discutir asuntos públicos, comerciar y participar en eventos culturales y religiosos. También era el lugar donde se celebraban las asambleas populares y se llevaban a cabo debates y discusiones importantes, o simplemente para pasear o conseguir pareja.

Pero en Morelos, por diversas causas, por lo menos este año, dos de nuestras principales ágoras permanecerán cerradas y a la gente fuera de ellas, sin importar que sea el mes de la patria.

Primero, la Plaza de Armas de la capital, el “zócalo” del estado, se cerró al público porque, al parecer, la administración estatal anterior no hizo bien el trabajo, aunque lo pagó con creces y puntualmente. Cuando se levantaron algunas placas de concreto, la zona afectada se cerró como precaución, pero, tras los estudios, se supo que el suelo no tenía nada, que ahí abajo no se abría ningún socavón ni estaba naciendo ningún volcán. Lo que pasa es que la remodelación de 50 millones de pesos que se hizo hace pocos años, dejó mucho qué desear. Y la Plaza de Armas cerró, para enojo de paseantes y comerciantes.

Lo peor es que las obras de rehabilitación no han acabado y hasta los honores diarios a la bandera se han suspendido por lo menos hasta el 15 de septiembre. La ceremonia del Grito está en veremos, por lo menos en esa plaza, aunque el gobierno del estado ya anunció que “el Desfile Cívico-Militar que se desarrolla el día 16 de septiembre por calles del primer cuadro de la ciudad se mantendrá sin cambios”.

El Jardín Borda, por lo que se avecina, podría ser un nuevo desastre

Después, sin previo aviso, desde el lunes pasado cerraron el Jardín Borda, dejando afuera a paseantes y turistas. Hasta que el cierre no se hizo trending topic en las redes sociales, el gobierno estatal reaccionó para avisar que el espacio cerraba sus puertas porque “el pasado 15 de agosto en la conferencia matutina el Presidente Andrés Manuel López Obrador informó que el Gobierno de México concluirá en diciembre de este año el Programa Nacional de Reconstrucción, iniciativa que rehabilita viviendas, escuelas, hospitales, templos y edificios históricos afectados por los sismos de 2017. La intervención al Centro Cultural Jardín Borda forma parte de las obras consideradas dentro de este Programa Nacional de Reconstrucción”. Y así estará hasta el 31 de diciembre, por si alguien se quiere ir a dar una vuelta para año nuevo.

Está bien que lo haya ordenado el Presidente, pero cabe preguntarse qué estudios se hicieron, qué obras se harán, qué arquitectos y paisajistas intervienen, cuánto costarán los trabajos, qué licitaciones se harán, a quién se va a contratar, si se van a tirar árboles o no, entre muchos etcéteras. Hacer partícipe a la ciudadanía del destino de su espacio, para evitar que, como sucedió en la Plaza de Armas, se vuelva un dolor de cabeza en un futuro inmediato. También habría que preguntar a las autoridades competentes qué es lo que se piensa hacer con la tradicional celebración del Día de Muertos, cuya sede es el Jardín Borda.

Esperemos que los trabajos en ambos sitios emblemáticos de la capital del estado valgan la pena, pero, por lo pronto, los cuernavacenses, y todos los morelenses y turistas que hubieran querido venir para las fiestas patrias, tendrán que esperar noticias sobre los trabajos en la Plaza de Armas, aunque tendrán que aguardar hasta el año electoral para pasear por el Jardín Borda.