loader image

Desapariciones, una vieja pandemia en México

Ayer fue el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, conmemoración que debería servir a las autoridades para recapacitar en lo que falta por hacer, en lo que se ha descuidado y en lo que de plano no se ha hecho, para combatir uno de los peores flagelos para familias y sociedades.

De las más de 111 mil desapariciones oficialmente reconocidas, en los últimos cinco años se han esfumado sin dejar rastro poco más de 44 mil personas en el territorio nacional. Se calcula que en el 76 por ciento de los municipios mexicanos ha desaparecido -y originado una investigación oficial- por lo menos una persona.

Aunque se conservan registros desde los años sesenta -la desaparición de estudiantes y militantes políticos fue una característica del conflicto que culminó en Tlatelolco en 1968 y, a partir de ahí, se conservan estadísticas más o menos precisas-, la desaparición de mexicanos creció exponencialmente a partir del encumbramiento de la criminalidad organizada.

Hoy, esas más de 111 mil desapariciones ponen a nuestro país en el rango de las naciones que experimentan un conflicto bélico, tan es así que a finales de 2021 ameritó que visitara México el Comité contra las Desapariciones Forzadas de la ONU. Entre otras cosas, este Comité concluyó que este lamentable fenómeno continúa siendo generalizado a nivel nacional; que los agentes públicos de los tres niveles de gobierno y los actores no estatales son los principales causantes, y que la impunidad es un rasgo estructural que favorece la reproducción y el encubrimiento de dicho delito. Conclusiones, todas, que apuntan a un desempeño deficiente de las instituciones y del Estado mismo.

Morelos cerró el año pasado encabezando la lista de desapariciones, a nivel nacional, en relación con su cantidad de habitantes. Especialistas como el demógrafo Héctor Hernández Bringas, del CRIM-Morelos, nos informaba hace unos meses que, hasta noviembre de 2022, en nuestro estado habían ocurrido 725 desapariciones, lo que equivale a más de dos diarias: “el promedio nacional es de 71 desapariciones por millón de habitantes, cifra de por sí grave. En Morelos desaparecen ¡348 por millón!: cinco veces más del nivel nacional y muy, muy por encima de lo que se registra en la mayoría de las entidades federativas”. Y eso sin considerar la “cifra negra”, es decir, las desapariciones que no se contabilizan por diversas causas o que se registran erróneamente.

Son cifras y cantidades pasmosas cuya magnitud podría hacer que perdiésemos de vista que detrás de cada número hay una persona, y que esa persona tenía planes, sueños, nombre y apellido. También tienen familias que no se olvidan de ellos y que los seguirán buscando hasta que la salud, la edad y sus recursos se los permitan, muchas veces ante la indiferencia, y hasta el maltrato, de las dependencias oficiales. Por eso ayer, en la conmemoración de Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, las familias morelenses pidieron información real y un trato digno, humano, que es lo menos que podríamos esperar de las dependencias y funcionarios a quienes mantenemos con nuestros impuestos.

No hay que perder de vista que, como la mayoría de los delitos, en la desaparición forzada hay otras víctimas, aunque los desaparecidos sean sus seres queridos.