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Un grupo de especialistas del Instituto Nacional de Salud Pública, alarmados por el desdén de las autoridades, principalmente educativas y sanitarias, sobre el problema de que todos estemos respirando aire cargado de partículas suspendidas ocasionadas por los múltiples incendios forestales que se han desatado en el estado, escriben hoy en un espacio especial fuera de la programación de la columna Conversaciones de Salud Pública -que habitualmente aparece en estas páginas los lunes- porque consideran que es urgente que se tomen decisiones para proteger a todos los vecinos, pero principalmente a la población escolar.

Los científicos del INSP, que encabeza Eduardo Lazcano Ponce, señalan que ninguna autoridad ha tomado las mínimas medidas de precaución para enfrentar la contingencia ambiental que en algunas zonas ha alcanzado niveles críticos y, por lo menos, prevenir a la población sobre las condiciones del aire.

Los días pasados, específicamente el lunes y martes, la situación ambiental del estado ha sido a tal grado crítica que se debía haber impedido que los niños en edad escolar acudieran a las escuelas, y desde luego, no resulta nada recomendable que, ni ellos y todos nosotros, realicemos nuestras actividades de manera normal.

El 16 de abril, “entre las dos y las siete de la mañana, la concentración de partículas finas en el aire (PM2.5) había alcanzado un máximo extremadamente riesgoso para la salud: 231 µg/m3 […] Ignorando esta información, miles de alumnos en sus escuelas realizaron el acto cívico de honores a la bandera, exponiéndose y respirando un aire sumamente contaminado. En la ciudad se presentaron siete horas de continuo incremento de la contaminación del aire, sin que hubiese comunicados de alerta por parte de las autoridades locales. La información sobre los riesgos por la contaminación del aire fue nula, a pesar de que la Secretaría de Desarrollo Sustentable está obligada, de acuerdo con la normatividad, no sólo a monitorear la calidad del aire sino también a “informar de manera clara, oportuna y continua el estado de la calidad del aire, los probables daños a la salud que ocasiona y las medidas que se pueden tomar para reducir la exposición”. Para ello debe implementar un sistema de comunicación en coordinación con las autoridades de salud, educación y otras”, se puede leer en el artículo que publicamos hoy en la página 9.

Los especialistas subrayan que, si a los adultos les hace daño respirar esta nata de residuos, a los niños resulta doblemente pernicioso dado su metabolismo, sus actividades habituales y, desde luego, porque están en una etapa de desarrollo. Como en otros casos, después de los niños, la población más vulnerable son las mujeres embarazadas y los adultos mayores.

Lo anterior es una muestra de que todos los responsables de estos temas, en todos los niveles, están más preocupados por la grilla o por hacer maletas, que por tratar de terminar su trabajo por el que todavía devengan un salario.

A falta de la responsabilidad de las autoridades gubernamentales, el Instituto Nacional de Salud Pública nos recuerda que hay que tomar las debidas precauciones pues, son de esperarse más siniestros y crisis ambientales. Por lo menos alguien sí está haciendo su trabajo.