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Como lo hizo con las candidatas y el candidato a la Presidencia de la República, la Conferencia del Episcopado Mexicano convocó a las candidatas a la gubernatura de nuestro estado para que asumieran un compromiso por la paz.

El Obispo de Cuernavaca -y secretario de la CEM- Ramón Castro Castro, señaló que esta convocatoria es un llamado a toda la sociedad para forjar una paz duradera y sustentable en la que es esencial la suma de voluntades entre el gobierno y la ciudadanía.

Y las tres candidatas aceptaron suscribir el compromiso y no solo coincidieron en eso sino también en la óptica, pues las tres señalaron, como tarea inicial, la dignificación de las fuerzas del orden.

Margarita González Saravia propuso la creación de una Secretaría de Seguridad Pública con mayores atribuciones legales, la implementación de exámenes de control de confianza y el reclutamiento anual de nuevos policías. Además, abogó por una renovación completa de la Fiscalía del Estado y la capacitación de ministerios públicos.

Por su parte, Jessica Ortega planteó mejorar las condiciones de vida de los policías y sus familias, fortalecer la seguridad social y los salarios, así como impulsar medidas para combatir la corrupción y priorizar la salud mental y los derechos de los niños y adolescentes.

Lucy Meza, se comprometió a mejorar las condiciones de las fuerzas policiales, fortalecer la coordinación interinstitucional y replantear la estrategia de seguridad en el estado para combatir la impunidad y la criminalidad en las calles.

La visión de las candidatas deja en claro que conocen la problemática: ciertamente se requiere de una policía profesional que sea el verdadero bastión de la seguridad vecinal y que la ciudadanía pueda depositar en ella su confianza y eso ya de por sí es un reto que, de llevarse a cabo, será una tarea de largo aliento, pero no solo se requiere eso: como subrayó el Obispo Castro, el camino hacia la paz en el estado pasa por la reconstrucción del tejido social, el respeto a la ley y a los derechos humanos, la atención a los adolescentes y de una justicia equitativa, entre muchos otros pendientes que es imposible que se concluyan en un sexenio.

Además, se debe reconocer que para garantizar la paz y la seguridad no solo se requiere una policía profesional, digna y eficiente pues entre los principales motores de la criminalidad están en la impunidad y en la corrupción, que ya son palabras mayores.

Hay que buscar la forma de que los delitos se persigan y que los criminales sean llevados ante la ley y que ahí no gocen de la llamada “puerta giratoria” de los juzgados que suelen ser muy estrictos con la ciudadanía y demasiado benevolentes con los indiciados. Es ahí en donde se ganará la confianza y la voluntad de la ciudadanía.

El camino hacia la paz y la justicia se ha descuidado tanto que ahora es muy difícil de transitar, pero algún día tendremos que emprender la marcha y qué mejor que con una nueva administración, sea del color que sea.