Como no hay plazo que no se cumpla, Cuauhtémoc Blanco, gobernador de Morelos, rindió su quinto informe de gobierno que, por una curiosidad administrativa es también el último en su sexenio. Muchas cosas cambiaron desde que el mandatario se presentó por primera vez ante el público a rendir cuentas del estado que guarda su administración. El escenario, los colaboradores, el ambiente ya no son los mismos y tampoco el ánimo ciudadano.

El primer informe de Cuauhtémoc Blanco fue el 13 de febrero de 2020 (casi un año y medio después de iniciada su administración), debido a un cambio jurídico en la fecha del ejercicio de rendición de cuentas. Aquel acto fue en el Auditorio Teopanzolco y nombres como José Manuel Sanz, Pablo Ojeda y Alejandro Villarreal, eran los más fuertes en un gabinete que cambió profundamente desde entonces.

Para su despedida de los actos protocolarios, Cuauhtémoc Blanco eligió la Plaza de Armas de Cuernavaca, los hombres de confianza de entonces ya no estuvieron con él y en cambio lo arroparon más de una decena de alcaldes y algunos de los diputados aliados suyos, el senador Sergio Pérez también se hizo ver en la ceremonia a la que asistieron como invitados especiales, además, magistrados, rectores de universidades y militantes distinguidos de Morena, el partido que hoy abandera al gobernador (hace cuatro años era Encuentro Social).

La cita era a las cinco y muchos llegaron puntuales. Como el informe empezaba a las seis, tuvieron que recetarse música de banda y algunas melodías mexicanas en vivo. El ánimo no era mucho todavía y el presentador se arriesgó a decir “el público está muerto”, a lo mejor sin entender bien que en Morelos no es prudente usar frases así, y menos en un acto gubernamental.

La alegría la puso la porra que llevó el alcalde de Cuautla, Rodrigo Arredondo, parte para él y otra para el gobernador. Las banderas que cargaban anotaban #10 Cuauh-tla. Y lo mismo coreaban “gobernador, gobernador” que “Cuautla, Cuautla” como si en eso les fuera la vida. No eran demasiados, pero lo que faltaba en número sobraba en una enjundia que hizo callar un par de veces a Cuauhtémoc Blanco en su discurso, corto, pero hilvanado con larguísimos videos que reportaban los logros de la administración en el 2023.

Tres veces tuvo que recordar Cuauhtémoc Blanco que su gobierno está por terminar, los agradecimientos y referencias a “la recta final”, parecían tratar de convencerlo a él mismo o a su gabinete de que su administración está por concluir.

Como siempre, hubo quienes pidieron la selfie al gobernador, que esta vez accedió a fotografiarse con cuantos se lo solicitaron, siempre haciendo la señal de paz con los dedos. Entre esa práctica y los saludos, el trayecto para atravesar la plaza y llegar al templete llevó alrededor de diez minutos.

Y aunque muchos sonreían, el rostro de Blanco sólo esbozaba muecas medianas de alegría, incluso cuando habló, ya en pleno discurso, de la satisfacción y orgullo que le causa su gestión. Tal vez era el cansancio de más de cinco años, o a lo mejor la mala noticia de ver que sus adversarios accedieron a candidaturas, comentó uno de los presentes, pero Blanco era de los pocos que lucían tacaños con la sonrisa y apenas obsequió algunas.

En el presídium algunos deportistas y dos chinelos que estuvieron de pie durante todo el acto eran el único adorno de una escenografía austera, como la administración del gobernador.

Luego vino el discurso, armado de forma muy extraña por su equipo. El gobernador leía menos de diez líneas cada vez y presentaba videos larguísimos con algunos datos y testimonios para dar mayor impacto a los que llamaba “los logros” de su administración.

En sus breves momentos al micrófono, Blanco Bravo se dio tiempo para presumir su buena relación con el gobierno federal, asegurar que la administración pública que recibió era un desorden, criticar las grandes obras públicas de sus antecesores, y hasta saludar a los alcaldes que le observaban desde el sillerío.

La autocrítica no existió. Tampoco las lágrimas que habían aflorado en su rostro en informes anteriores. Incluso cuando reconoció que la seguridad es la mayor inquietud ciudadana, aseguró que se está atendiendo de forma acertada.

Mientras Blanco hablaba y los videos se proyectaban, los asistentes charlaban entre sí, consultaban la mensajería de sus teléfonos móviles, o saludaban a alguien a lo lejos. Los aplausos y las porras no fueron tantos como en otros discursos, el público tampoco era tan numeroso.

Al terminar el discurso con el reiterado agradecimiento a los morelenses por confiar en él, un gobernador muy serio recibió las felicitaciones de los miembros de su gabinete. Luego posó para la foto mientras, como en restaurante que va a cerrar, algunos retiraban las sillas para dejar entrar a la gente a la verbena con la banda El Recodo, seleccionada por Cuauhtémoc para amenizar su despedida de la solemnidad que imponen estos actos.

En la plaza quedaron los acordes altisonantes de una banda y el recuerdo de todas las tareas que quedan por cumplir.