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Un moderno ateneo/ La falta de servicios, sin solución/ La ayudantía cerrada/ Faltan verdaderos liderazgos/ Pese a la riqueza natural, los gobiernos lo ignoran…

CARLOS O. MORALES

Recorrer las calles del poblado de Acapantzingo es descubrir lugares hermosos, sitios históricos que para sus habitantes son cosa común, pero para quienes visitan sus colonias y fraccionamientos es toda una travesía urbana. 

Por un lado, Acapantzingo cuenta con muchos lugares por donde pasan riachuelos, arroyos, afluentes de agua clara y pura. Sus diversas clases de árboles hacen de este poblado un sitio rico en lugares de escenarios naturales.

Además es una comunidad, un suburbio con clase y con diversos estratos sociales derivados de grandes figuras y personajes de la literatura, la política, el arte y los espectáculos que han decidido desde hacedécadas radicar en las colonias del pueblo de Acapantzingo. 

De sus colonias destaca el exclusivo fraccionamiento “Los Tabachines” y su club de golf. Los contrastes son muchos, a contrapunto, de un lado, la riqueza empresarial de élite que llega a jugar golf y a disfrutar de la buena cocina que ahí se prepara, por el otro lado, el ejido Acapantzingo con su corredor de cantinas, palapas, botaneras y bares que funcionan todos los días hasta llegar al recinto ferial, al otro extremo del mítico pueblo, el inmueble que alguna vez fue la Academia Estatal de Policía, ahí junto, la unidad deportiva “Chato Balderas”.

Justo en el centro de la comunidad, la enigmática y legendaria residencia del emperador de México, Maximiliano de Habsburgo, hoy museo etnobotánico y sede del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), convierte a Acapantzingo en un moderno ateneo donde confluyen las residencias de grandes políticos, artistas, deportistas y científicos.

En estas calles de Dios, vivieron y viven gente como el bien recordado economista, Rodolfo Becerril Straffon, así como uno de los primeros diputados constituyentes, José Jesús Romero Floresy el ya mencionado emperador Maximiliano.

También vivieron por aquí, un hombre de talla mundial en el mundo de la música, Armando Manzanero; la princesa Beatriz de Saboya de Italia, esposa del príncipe consorte Luis Reyna Corbalán; los pintores Diego Rivera y su inseparable Frida Kahlo, así como Rufino Tamayo y su compañera de vida, Olga Flores, entre otros.

En Acapantzingo todo es atractivo, hasta el parque ecológico ubicado donde antiguamente era la penitenciaría estatal. 

Pese a todo esto, de manera increíble, ni el gobierno estatal ni el municipal se han abocado al fortalecimiento de la infraestructura en general para ofrecer diferentes gamas de atractivo turístico y generar un crecimiento sostenido para mejorar las condiciones de vida de la gente que vive en el que algunos consideran el mejor de los doce pueblos de Cuernavaca.

En cambio, Acapantzingo y su gente enfrenta diariamente calles sucias, basura en las aceras, un total abandono en cuanto a sus necesidades esenciales de servicios públicos, banquetas estropeadas, rotas, llenas de arbustos y basura. 

La ayudantía municipal está cerrada la mayor parte de la semana, su titular, si llega a acudir, lo hará después del medio día. No existe ese vínculo que debería haber entre el ayudante y el municipio. Muchísima gente añora al mejor ayudante que ha tenido Acapantzingo, el robusto e irreverente Julián Jiménez, quien sin cargo oficial se ha convertido en un gestor social, reconocido por su grito de guerra:“Porque ya te la sabes, ahí estamos”.

Solo Tabachines escapa de la carencia de servicios públicos municipales, pero desde el fraccionamiento Acapantzingo hasta Los Cizos podemos encontrar un sinfín de baches, mal alumbrado público, basura y poca vigilancia. Condiciones que son las principales causas de los reclamos ciudadanos sin respuesta, al menos por el actual gobierno municipal encabezado por José Luis Urióstegui Salgado.

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