Jessica Rivera Hamed
Las nuevas tecnologías y plataformas digitales están acercando la música como nunca antes a los oídos de todas las personas en cualquier rincón del mundo. La posibilidad de escuchar el más reciente lanzamiento de tu artista favorita está a un click, cada vez menos discos son vendidos en físico en las tiendas de distribución musical. Esto podría ser una gran posibilidad para las y los creadores independientes que no tienen patrocinadores, disquera o fondos millonarios para pagar a grandes distribuidoras. Sin embargo, esto que pareciera “la democratización de la música”, se pone en tela de juiciocuando seguimos viendo a los mismos exponentes de la música “comercial” triunfando en los primeros lugares de los playlist mundiales. ¿Sigue siendo el dinero la garantía de llegar más alto en la escala de la popularidad en la industria musical? ¿Qué papel juega la creatividad y las estrategias de marketing sin muchos recursos para posicionar a un artista o un lanzamiento?
Como yo no tengo las respuestas, le pregunté esto y otras cosas más a Max Potenza, agente musical, músico y manager radicado en Cuernavaca, Morelos, quien compartió conmigo su tiempo para charlar sobre este tema que a ambos nos apasiona.
– ¿Qué cosas consideras que se han conservado y qué aspectos de la industria musical han cambiado con la llegada del internet y las plataformas digitales?
– En el 2000 con la creación de Napster empezó a visualizarse un cambio de paradigma tremendo. Veníamos trabajando con las disqueras majors que eran las únicas que tenían el potencial para generar una distribución mundial y esa distribución era de costos muy elevados. Hoy en día nadie de nosotros podría pagar lo que costaba distribuir en los años 80 o 90 la música. Las grandes disqueras eran las únicas que podían distribuir a los grandes artistas como Michael Jackson o Madona. En el modelo de negocio de un sello musical tenían todo el control sobre la música, pero necesitaban llegar a otros lados y crearon los canales de radio para hacer una distribución mundial. En este cambio de paradigma fue sumamente interesante primero que perdiéramos el objeto, que era lo que le daba identidad a la música, cuando comprabas un disco o un cassete era mucha la emoción de abrirlo, ver quién lo grabó, leer las letras (…) la dificultad que llevaba grabar te hacía valorar mucho el proceso y las personas que desarrollaban ese trabajo. Este cambio de paradigma no tenía una legalidad bien puesta y no había un límite, tampoco se preguntaban de qué van a vivir los músicos si la distribución seguía así. Entre 2000 y 2010 todavía escuchábamos CDs, pero ya empezábamos a tener Ipods, telefonitos Nokia o Sony Walkmans donde metíamos nuestros archivos en .mp3 y eso empezó a darle los primeros pasos de distribución de persona a persona.
Max nos comparte que por ejemplo el creador de Napsteres el mismo creador de Spotify, y que el proceso para instaurar la legalidad para esa música tomaría un tiempo, pero que a través de las demandas de los derechos de autor se fueron construyendo los caminos legales que darían piso a este nuevo modelo de distribución musical con la intención de que también se vieran “beneficiados” tanto el sello, como el artista y la agregadora, de las que hoy existen muchas como Ditto o Cd Baby, que distribuyen a todas las tiendas digitales.
“Es real que el artista no está beneficiándose económicamente de esa venta como tal, pero ese tiene un sentido. Hablábamos de que la distribución en los 80 tenía un alto costo, si tú hoy en día quisieras tener esa misma distribución de los años 80 también tendría un alto costo. La herramienta no genera la interacción, está democratizada porque todo el mundo la puede usar, es más, está tan democratizada que artistas como Bad Bunny son artistas totalmente independientes que tienen su sello y no dependen de ninguna major, y es uno de los artistas más escuchados y distribuye por los mismos canales que todos tenemos acceso. ¿Qué cambia? ¿Cambia el dinero? Sí cambia el dinero, cambian los contactos y cambia la forma en que opera un artista y lo bien que ha entendido la nueva forma de distribución a través de las redes sociales, tik toks, ser un poco disruptivo con lo que normalmente se hacía. El youtube ha creado una nueva fase de televisión como la conocíamos y hoy en día todos los programas o podcast que podemos ver en youtube tienen un alcance mayor que la televisión.
Max asegura que las nuevas formas de producir en plataformas digitales son disruptivas y rompe con los formalismos y las farsas tradicionales detrás de las cámaras. Es firme al decirme que no podemos criticar a la ligera o sorprendernos por la masividad o viralización de ciertos contenidos que logran conectar con las y los usuarios de redes sociales o consumidores de estas plataformas, y sobre ello les estaré platicando en la siguiente entrega.