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Héctor H. Hernández Bringas*

Feminicidios

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Hace apenas unas semanas el caso de Ariadna Fernanda López Díaz conmocionó a la sociedad mexicana y en especial a la morelense. Siendo un asesinato ocurrido en la Ciudad de México, a la fiscalía de Morelos le correspondió realizar el levantamiento del cadáver de la joven, así como las primeras indagatorias forenses. Una conclusiones se expresó de manera sorprendentemente rápida: “no se trató de un feminicidio”.


La reacción de las autoridades de la Ciudad de México, tanto de la Fiscal como de la jefa de Gobierno, no se hizo esperar, cuestionado la prontitud y el sentido de las conclusiones obtenidas en Morelos. Tal reacción no deja de tener un cuestionable cariz político: un gobierno capitalino que ha tenido desencuentros con los movimientos a favor de los derechos de las mujeres, y necesitado de abanderar causas que lo reposicionen frente a esas justas demandas, en el marco de la carrera por la presidencia de la República que ha iniciado Claudia Sheinbaum. Todo ello, amén de las pugnas ya conocidas entre la Fiscalía Morelense y el ejecutivo estatal.

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Sin embargo, fuera de esos evidentes sesgos en el tratamiento del muy lamentable caso de Ariadna, quedan las dudas acerca de cómo un mismo hecho, puede ser visto de manera tan diferente por autoridades de distintas entidades. ¿Cuántos de los homicidios de mujeres son clasificados como feminicidios y cuantos dejan de ser considerados en esa categoría?
ONU Mujeres establece que el término de femicidio se entiende como la muerte violenta de mujeres por razones de género, ya sea que tenga lugar dentro de la familia, unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, en la comunidad, por parte de cualquier persona, o que sea perpetrada o tolerada por el Estado y sus agentes, por acción u omisión. ¿Realmente en México se asumen de manera homogénea los protocolos y metodologías existentes para la definición y procesamiento del homicidio de una mujer como feminicidio? Existen razones para dudarlo.


Sólo por citar las dos entidades en cuestión, en el año 2021 ocurrieron en Morelos 101 homicidios de mujeres y sólo 22 se clasificaron como feminicidios (el 22 por ciento). En la ciudad de México, en cambio, se consideró que casi la mitad de los homicidios de mujeres eran feminicidios: 60 de 126. Estas cifras, además de consignar realidades diferentes entre las entidades, sin duda esconden también distintas disposiciones institucionales para reconocer el grave problema que es el feminicidio. Los delitos de alto impacto como éste tienden a ser minimizados por las autoridades especialmente en algunos estados.


Con todo y que podamos asumir la existencia de un importante subregistro de feminicidios en Morelos, nuestro estado ocupa un triste lugar prominente en esta materia: de enero a octubre de 2022, tercer lugar nacional con 2.5 feminicidios por cada cien mil mujeres, sólo detrás de Colima y Nuevo León. Los feminicidios ocurridos en el estado al mes de octubre suman 27, cantidad superior a los 22 de todo 2021, según las cifras, también subestimadas, del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.


Buena parte de los homicidios de mujeres (alrededor del 40 por ciento) ocurren en viviendas particulares tanto a nivel nacional como estatal y casi su totalidad son perpetrados por hombres con los que conviven las víctimas. Aunque evidentemente los feminicidios no sólo ocurren en las viviendas, este sólo dato nos ofrece un piso mínimo para dimensionar la alta proporción con la que ocurren estos crímenes, y también da cuenta de que no se realiza un adecuado registro de estos.


Estos crímenes contra las mujeres por el sólo hecho de serlo, son la parte más visible y terrible de la enorme desigualdad con que se dan las relaciones de género en nuestra sociedad, de la arraigada conducta machista, y de la indiferencia e incapacidad de estado para procurar justicia y emprender políticas preventivas.

*Investigador del CRIM7UNAM en Morelos

La Jornada Morelos

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