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Los incendios forestales y otros impactos de las ondas de calor.

 

Según datos publicados por la CONAFOR, el 2023 superó por primera vez en la historia el millón de hectáreas afectadas por los incendios forestales. La sequía prolongada que vivimos en México desde hace varios años va generando las condiciones propicias para la ignición y propagación de incendios. El 2024 podría ser el año más cálido de la historia, por lo que se corre el riesgo de alcanzar o incluso superar esa cifra récord.

La semana pasada comentamos que las ondas de calor pueden tener graves consecuencias para la salud de las personas, pero también para el medio ambiente, la producción de alimentos y la productividad. Los incendios forestales son otro de los impactos más visibles de las ondas de calor.

Las ondas de calor provocan una mayor evaporación de la ya de por sí escasa humedad del suelo y las plantas, lo que deja la vegetación más seca y propensa a la ignición. A menudo vienen acompañadas de condiciones meteorológicas extremas, como vientos fuertes y baja humedad relativa. Esto facilita que los incendios se inicien y se propaguen con mayor rapidez.

Además, el aire seco y las altas temperaturas aumentan la intensidad del fuego, por ello se propagan con mayor ferocidad. Todo esto puede dificultar la contención del incendio y aumentar el riesgo para las personas, la vida silvestre y las estructuras cercanas.

Los incendios forestales en México tienen diversos impactos negativos, que incluyen la pérdida de biodiversidad, la degradación del suelo, la pérdida de hábitats naturales, la contaminación del aire y el agua, así como el riesgo para la vida humana y las propiedades. Además, estos incendios pueden contribuir significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero y exacerbar el cambio climático.

El gobierno mexicano, junto con organizaciones no gubernamentales y comunidades locales, lleva a cabo diversas acciones para prevenir y controlar los incendios forestales, como la implementación de programas de manejo forestal sostenible, la capacitación de brigadas contra incendios, la educación pública sobre la prevención de incendios y la aplicación de políticas para regular la quema agrícola y prevenir la tala ilegal. Sin embargo, el desafío sigue siendo considerable, especialmente en el contexto del cambio climático y la presión continua sobre los recursos naturales.

Y en lo que se refiere a las repercusiones en la producción de alimentos, las altas temperaturas y la falta de lluvia reducen la disponibilidad de agua para el riego de cultivos y el ganado, lo que resulta en pérdidas significativas en la producción de alimentos. Adicionalmente, las altas temperaturas alteran los ciclos de crecimiento de las plantas y reducen la calidad y cantidad de los cultivos, los productos agrícolas pueden verse afectados por un menor rendimiento y una menor vida útil, lo que impacta en los precios y la disponibilidad de estos alimentos.

El sector energético también enfrenta desafíos durante las olas de calor. Las altas temperaturas aumentan la demanda de energía, especialmente para la refrigeración y el uso de aire acondicionado. Esto puede generar picos en el consumo de electricidad, lo que ejerce presión sobre las redes de distribución y puede llevar a cortes de energía si no se gestionan adecuadamente.

En el turismo y el sector de servicios, durante los periodos de altas temperaturas muchas personas buscan destinos más frescos y evitan lugares con climas extremos, lo que puede llevar a una disminución en la afluencia de turistas en ciertas regiones que suelen ser populares en estas épocas del año. El calor extremo puede inhibir las actividades turísticas al aire libre, como excursiones, deportes acuáticos y visitas a sitios históricos o naturales. Es urgente adoptar medidas de adaptación ante estos fenómenos.

*Profesor, consultor y gerente general de AQUATOR. #AguaParaTodos. Facebook: JuanCarlosValenciaAGUA