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Ayer mataron a dos personas en pleno centro de Cuautla. Unos sujetos en motocicleta rafaguearon los comercios, mataron a dos personas e hirieron a una mujer.

Tan solo ayer informábamos que la COPARMEX lamentaba el hecho de que alrededor del 15 por ciento de sus agremiados en ese municipio habían tenido que cerrar por ser víctimas de extorsionadores que les cobran “derecho de piso”.

Víctor Mendoza, de la asociación empresarial, invitaba a los comerciantes a presentar denuncias pues, “solo con ellas podremos frenar las extorsiones” y se mostraba confiado de que la participación de efectivos del Ejército ayudaría a mantener la tranquilidad en la plaza.

La criminalidad parece no alterarse ante amenazas o medidas de disuasión como rondines de la Guardia Nacional o el propio Ejército.

Parece ser que los criminales han perdido la noción de lo que representan los soldados o los policías a quienes, por lo menos estos últimos, ya también figuran en su larga lista de víctimas.

No hace mucho alguien secuestró a unos policías que fueron rescatados en Guerrero y, a mediados del mes pasado, en Yautepec, unos individuos, sin importarles la presencia de civiles, balacearon la comandancia municipal presumiblemente porque la autoridad había osado arrestar a una mujer que pertenecía a una banda criminal.

Pero, de acuerdo al INEGI, a los morelenses les preocupan más los baches que la seguridad idea que parece confirmar el hecho de que los diputados hayan decidido concluir la glosa del Cuarto Informe sin preguntarle ni la hora a José Antonio Ortiz Guarneros, comisionado estatal de Seguridad Pública.

Hoy, la diputada Paola Cruz dice que es vergonzoso que el presidente municipal de Cuautla no dé la cara ante la inseguridad en su municipio cuando ella perdió la oportunidad de preguntarle a Ortiz Guarneros la estrategia de seguridad para todo el estado.

¿A ese grado, incluso legislativo, ha llegado a normalizarse la violencia? ¿debemos considerar que la inseguridad es algo inevitable? No lo creemos.

La inseguridad, y la cabal salud de la que goza la criminalidad, son claras evidencias de que en el gobierno alguien, o algunos, no están haciendo su trabajo.

La violencia criminal no es algo irremediable; que esté más allá de las capacidades e inteligencia de quienes tienen la obligación de velar por la tranquilidad de la población, es otra cosa.