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José Antonio Gómez Espinoza

 

¿Dónde y cuándo se origina el antropocentrismo, la idea de que el hombre es el centro del universo? La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define al término antropocentrismo como: “Doctrina o teoría que supone que el hombre es el centro de todas las cosas, el fin absoluto de la naturaleza y punto de referencia de todas las cosas”

Algunos historiadores sitúan esta corriente filosófica durante el Iluminismo como sustitución de la doctrina teocéntrica de la edad media. Sin embargo, estimo que esta concepción tuvo su origen milenios antes, justo con la génesis del pensamiento Judeo Cristiano. En el primer libro de la biblia cristiana, el libro del “Génesis”, en un lenguaje simbólico, se narra que la tarde del sexto día de la Creación, Dios decidió la creación del hombre: “Hagamos al hombre a imagen nuestra, según nuestra semejanza” (Gen 1, 26). 

En la narración del Génesis la creación del hombre fuela culminación de la obra creadora. Esta obra culmen de su creación llenó de satisfacción al Creador. Al contemplar su obra “vio que estaba muy bien” (Gen 1. 31). En ese éxtasis creador, bendijo a la pareja fundacional, y les dijo: «creced y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla; dominad en los peces del mar, en las aves del cielo y en todo animal que serpea sobre la tierra». (Gen 1. 28)

La interpretación del mito fundacional judeocristiano ha influenciado la historia del hombre. Bajo la premisa antropocéntrica, surgieron corrientes de pensamiento, como el capitalismo o el neoliberalismo bajo los cuales se han construido conceptos filosóficos, éticos, legales, económicos, sociales, culturales, que justifican la depredación de la naturaleza. 

En mis ya lejanos años mozos, leía en la entrada del edificio principal de mi alma mater, la Escuela Nacional De Agricultura, hoy Universidad Autónoma Chapingo,su lema que reza así: “Enseñar a explotar la tierra, no al hombre”. El vocablo “Explotar” tiene una connotación depredadora que sin duda ha influenciado la actividad de generaciones de egresados. 

Estimo que el lema ha sido mal entendido. Diego Rivera conoció este lema mientras pintaba los murales de la Capilla de Chapingo en 1924, meses más tarde, como aclarando el significado de este lema, pintó otro, que dejó inscrito en uno de los pórticos de la SEP, donde se lee: “la verdadera civilización será la armonía de los hombres con la tierra y de los hombres entre sí”.

Hoy, se reconoce que la voracidad destructiva del capitalismo ha generado una lógica acumulativa a costa de los distintos componentes de la naturaleza. Esta depredación es tan obvia y evidente que ni sus más fervientes apologistas pueden defender. La depredación sistemática y sostenida por muchos años ha conducido al planeta a una crisis civilizatoria en la que se contempla las crisis ambiental, social, económica, de valores y también espiritual. 

Los grandes “descubrimientos” a partir del siglo XVI surgieron en el contexto de este paradigma acumulativo, por lo que estos descubrimientos se han convertido en instrumentos de depredación, al servicio del capitalismo.

Entre los muchos ejemplos está el descubrimiento de los pesticidas que al inicio pareció efectivo en el control de plagas y enfermedades, pero con el tiempo potenció la aparición de poblaciones insectiles y microorganismos a los que los biocidas no les afectan. 

Se han generado nuevas poblaciones resistentes a los biocidas como los antibióticos que cada vez son menos efectivos ante la aparición de las “superbacterias” que se desarrollaron como la respuesta de la naturaleza al invento de los productos químicos que los controlaría. 

Otro resultado de las prácticas depredadoras se evidencia en la extinción de grandes zonas boscosas, la desaparición de muchas especies de animales y vegetales, la destrucción de hábitats naturales, la aparición de nuevas enfermedades como la del COVID 19, además de un calentamiento global que amenaza la vida del planeta. 

La depredación es el resultado de un antropocentrismo malentendido, por lo que es impostergable repensar este concepto bajo una lógica del “homo sapiens” que ubica al humano como una especie más que habita la casa común llamada tierra.

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