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Vincenzo Rosenber*

El martes de la semana pasada, cuando todo parecía por fin tranquilizarse, aunque fuera durante los dos segundos de tranquilidad que a veces tienen algunas semanas, o quizás porque la primavera, en su día, quería llegarnos suavemente, respiramos y sospechamos. Era la calma chicha. Eran tres microsegundos de calma chicha que terminaron cuando, como un incomprensible fenómeno natural, irrumpió ante nuestros oídos el siguiente un verso: Vuelan, vuelan hacia los cielos las aeronaves con libertad. ¿Una canción de Magneto? No. Algunos nos espantamos un poco porque el 21 de marzo, además del inicio de la primavera, fue el día mundial de la poesía. Varios destinos en territorio, también con rumbo internacional. ¿Qué era esos versos que sonaban? Pues el himno del AIFA, que en su primer cumpleaños de existencia, conseguía convertirse en el único —según dichos no comprobados— aeropuerto del mundo con himno. Aunque lo que se dice cumpleaños, cumple-años, es relativo, porque hay quienes opinan que el AIFA nació sin nacer. Y otro poco lo de rumbo internacional. Yo no digo nada. Pero las redes, como es su costumbre, sí dijeron, encendiéndose una vez más a favor y en contra del AIFA. Y mientras iban y venían dardos envenenados, floreció (finalmente era el día de la primavera) un De donde parten las rutas hacia el sur. Nada más y nada menos que el himno de la TAPO, la Terminal de Autobuses de Pasajeros de Oriente de la Ciudad de México:

Pasajeros de Oriente, en tus brazos convergen,
destinos y sueños, se tejen y fusionan.
Las rutas se cruzan, culturas emergen,
en tu vasto espacio, las almas se asoman

Otro gallo nos cantaba. Los versos esta vez provenían del clamor popular, un ciudadano había hecho comunión con el ChatGPT, y el día mundial de la poesía parecía haber comenzado de verdad. La inteligencia artificial se había hecho presente; ahora solo faltaba la inteligencia extraterrestre. Pero faltaba poco, porque el 23 de marzo era la fecha marcada según las advertencias de un tiktoker para que unos marcianos vinieran a la tierra por 8 mil personas. (no lo dijo el tiktoker, pero se llevarían mitad pro AIFA y mitad anti AIFA para no generar ningún desequilibrio democrático, no vaya a ser). Y llegó el día. Y nada. Sospechamos que los marcianos son discretos, porque una vez más no nos enteramos de su presencia ni de que se llevaran o no a alguien. ¿O el himno del AIFA habrá sido una cortina de humo? De lo que sí nos enteramos, fue de que Noroña sacó un video que se llamaba Los marcianos llegaron ya… pero no lo vimos, con todo respeto, aunque qué buena es la canción de los marcianos del cubano Rosendo Ruiz Quevedo, el del vacilón.

Ese día se estrenó también ¡Qué viva México!, cuyo director Luis Estrada vende como un filme crítico al gobierno, aunque no critica absolutamente nada, y en la que cada tanto aparece un personaje ridículo, o ridiculizado, tratando de recitar por todos lados “Suave patria” de López Velarde, y en la que se caricaturiza a fifís y al pueblo. Luis Estrada, en otras ocasiones nos ha dado mejores películas, pero ¡Qué viva México! es muy larga y se queda muy corta. La primera mitad de la cinta caricaturiza a los fifís, la otra es una especie de musical fuenteovejunesco con mariachis. El Presidente, por si quedaba alguna duda, dijo que es “en contra nuestra”.

La semana de la poesía terminaba con gente escupiendo clasismo porque en los libros de texto se mencionan formas del habla. Lo cual no tiene nada de malo. Entre más observemos al lenguaje, más grande será el espejo para entendernos. No tiene ningún sentido meterlo bajo la alfombra. La lengua no tiene clase ni orden social único, sino todo lo contrario. La gente no entiende que es un animal (la lengua) indomable que siempre va, y hermosamente, dos pasos adelante y atrás nuestro, transformándose infinitamente. De hecho, nada más apasionante que seguir el comportamiento de la lengua. Todo da igual, porque la simple mención escandalizó a quienes les encanta pegar y luego preguntar. Loret se dejó ir.

Después de una semana movida, informándonos disciplinadamente sobre los marcianos y el día de la poesía, llegó el lunes 27, y con él una semana nueva para seguir alimentando el alma y el conocimiento, tal y como lo habíamos hecho la semana anterior. Al prender la radio, escuchamos El Nueva York del mundo Maya, aguzamos el oído y, áchis, distinguimos Caballo de fuego seguido por hombre que suele caminar junto a sandalias humildes. Le subimos a la radio, porque hay que construir ciudadanía, y entonces entendimos que un corcel metálico rescatará (no se sabe cómo) a la lengua maya. Ya después del café, entendimos que se trataba de Layda Sansores ejerciendo su derecho a la profecía. Si un tiktoker nos había augurado el secuestro marciano, Layda nos compartía la profecía suya, un cantar épico de los mayas, esa civilización (s)ecuestre con visiones de caballos (¿mayas?) convertidos en un andresmanuel a su vez convertido en tren que es un rayo y un caballo de fuego veloz extraordinario, entre otras…

Entonces, nos dimos cuenta de otra cosa: el 27 de marzo era (¿adivinan?) el día mundial del teatro. Lo descubrimos tarde porque las redes ya estaban encendidas. Y mientras pasaban dardos de un lado a otro, Layda fue rescatada porque Enrique Galván Ochoa, uno de los integrantes morenistas del delicado Comité de Selección de Consejeros del INE, salpimentó el lunes tuiteando: Toga de día, tanga de noche, lo cual no era el título de la nueva película de John Waters, sino un extraño intento homofóbico por ridiculizar al Ministro Laynez, aquel que no contento con haber “frustrado” el plan B de la reforma electoral del Presidente, se atrevió a “aparecer”, según el tuit de Galván Ochoa, y “en estado de ebriedad”, en una foto. ¿O deberíamos de decir “foto”? Y resultó que quien aparecía en dicha imagen no era nadie más que Silverio en personaje, un enorme músico ubicuo que todos conocemos por celebrar la vida y dar conciertos en tanga sin ningún empacho, pero nunca en toga. La buena noticia fue que el martes, Silverio, su majestad, anunció que no le queda más remedio que preparar un show en toga.

No sé, en una de esas nuestra realidad no es perfecta, sino una mera aproximación incompleta, y la perfección está en otro lado, ¿en las matemáticas, dijo Galileo?, ¿en el lenguaje? o quizás ya estamos en la nave marciana y no lo sabemos.

Vincenzo Rosenber*

Escribano y observador, fue invitado a por Emiliano Becerril. Todo lo dicho siempre es opinión de Vincenzo.