Café morelense con Freud

Luis Marín*

Actualmente, impulso un proyecto de divulgación de psicoanálisis y café, el cual lleva por nombre Café con Freud. Surgió como un proyecto dirigido a todos quienes querían iniciar, o estaban iniciando, en psicoanálisis.

En lo que a mí respecta, tuve que abrirme camino en el psicoanálisis, y aunque no es mi intención dinamitar el camino de los otros, ni imponer el mío propio como un modelo, en cambio sí pretendo encontrarme con aquellos que deseen andar este mismo sendero, no para “enseñarles” sino para acompañarnos y construir juntos este puente imposible.

Me importa hablar de psicoanálisis, pero quiero hacerlo fuera de los espacios donde habitualmente se lo encuentra, y que, a mi parecer, lo han incautado, es decir: las universidades, los museos, y las instituciones. Este apoderamiento del psicoanálisis al interior de ciertos nichos (casi siempre académicos), lo han alejado del alcance de cualquier persona, de la gente común, que, al verlo tan lejos, lo encuentran inaccesible, o, en el mejor de los casos, desconocido, y por lo tanto intrascendente. Mi intención es bajar al psicoanálisis del pedestal en donde lo tienen cooptado, y ponerlo al alcance de todos, haciendo difusión de él.

Es verdad que el psicoanálisis es difícil, pero ¿qué camino que valga la pena no lo es? Es cierto que el psicoanálisis es caro, entonces hagámoslo un poco más accesible. No es necesario pagar cantidades exorbitantes de dinero para que alguien pueda estudiarlo: ¡hagámoslo en colectivo!, sin por ello perder el rigor ni la seriedad. Hagámoslo fuera de las instituciones, y volvamos a las viejas formas: sentémonos a la mesa, volvamos a los parques, volvamos a las calles y a los cafés.

Siempre he creído que la mejor forma de conocer algo es yendo al origen. En este caso, a Freud. Y un día fantaseé con lo increíble que sería poder invitarle un café, para hablar con él. Antes tendría que aprender alemán, claro, pero ¡qué hermoso sería poder tomarse un café con Freud!

Si me lo preguntan, es así como debe aprenderse el psicoanálisis: con una taza de café, como lo haces con un amigo. No con un maestro, sino compartiendo una buena taza de café con tus iguales: poniéndolo al alcance de todos. El nombre Café con Freud juega con la preposición que une al psicoanálisis y al café: Café con Freud puede significar juntamente o en compañía, y ser un café que se comparte con Freud; pero también puede ser un agregado, como quien le añade azúcar o leche, y en ese sentido vamos a ponerle un poco de psicoanálisis en nuestro café.

Por último, y no menos importante, lo que termina de conformar a este proyecto es el café. Y resulta que en el Estado de Morelos se produce café. Casi nadie lo voltea a ver, porque nunca hemos sido productores como lo han sido Oaxaca, Chiapas o Veracruz, pero gracias al interés y la preocupación reciente por producir y consumir buen café, estados que no habían sido productores antes, de pronto están sobresaliendo (tal es el caso de Nayarit), ¿por qué no podría pasar lo mismo con Morelos?

Así como fue necesario tender puentes para encontrarnos con quienes puedan interesarse por el psicoanálisis —para su estudio, o como psicoterapia—, es prudente encontrarnos con los productores, campesinos, y agricultores que producen café morelense, para darlo a conocer, e invitarlos a la mesa. No sólo es prudente, ¡es necesario!

Por tanto, en esta columna hablaremos de café, de salud mental, y de todas las implicaciones prácticas que pueda tener el psicoanálisis, es decir, de filosofía, arte, política, salud pública, literatura, metafísica, diversidad, etcétera. Bienvenidos sean, improbables lectores, a esta columna que podrán leer cada 15 días en este, nuestro nuevo hogar: La Jornada Morelos, al que agradezco enormemente la oportunidad de difundir el psicoanálisis y el café morelense en este espacio tan hospitalario.

* Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Contacto: freudconcafe@gmail.com