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(2ª de 2 partes)

 

En Un pueblo sin mar. Pasajes históricos de San Francisco Tetecala, también llamado Tetecala de la Reforma (Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Estudios Regionales, 2023), el historiador Irving Reynoso Jaime hace honor a su terruño, Noblesse oblige, y corresponde al privilegio de ser tetecalense con alta responsabilidad, esto es: la reivindicación de las memorias colectivas, y en consecuencia de la identidad, mediante la reconstrucción a pinceladas de la historia de una comunidad en donde se escuchan sus voces, que a veces son grito, eco y murmullo.

La obra se estructura en ocho capítulos: Un pueblo sin mar, es una espléndida introducción en donde el autor nos sitúa, desde el sentido de su contemporaneidad, sobre cuáles fueron las motivaciones que le llevaron a escribir una historia de su pueblo: “Tetecala me ha marcado de manera definitiva, para bien y para mal. Sigue siendo fuente de alegrías y tristezas, de orgullo y frustración. Pueblo surrealista y trágico, romántico y descarnado, con flores en los patios y sangre en las banquetas”.

En los capítulos Pasajes (…) y Personajes históricos de Tetecala, Reynoso nos da cuenta de los orígenes prehispánicos, la genealogía política, los procesos y acontecimientos por los que atraviesa Tetecala y la trascendencia de sus personajes dentro de la llamada historia nacional, de la Independencia, pasando por la Reforma, el emergente capitalismo del Porfiriato, hasta llegar a la Revolución Mexicana.

Tradiciones y vida cotidiana es un capítulo que recorre las diversas expresiones del patrimonio inmaterial de la comunidad: danzas, bailes, música, y espacios emblemáticos, que son habitados y decorados, y que pueblan el alma y la existencia de un pueblo cuya imaginería se preserva en la voz de sus protagonistas, pero que también se consigna en numerosas fuentes documentales y hemerográficas, particulares y públicas, de México y el extranjero, a las que, desde su oficio de editor, ha recurrido el autor para ofrecerle al público lector una atractiva propuesta editorial, más allá de la historia académica o de las convencionales monografías. Sí, la historia que se enseña no puede prescindir de otros lenguajes. Aquí la fotografía, la cartografía histórica, códices, los carteles cinematográficos y los dibujos arquitectónicos se vuelven imagen y representación del devenir de una historia viva.

Por su parte, en Tetecala en el cine, Irving Reynoso nos aproxima a su tierra como locación cinematográfica y la presencia de actores y actrices de la llamada Época de Oro del cine mexicano (1936-1956). En Tetecala, ayer y hoy, asistimos a las trasformaciones de la fisonomía un pueblo que se resiste a perder su fisonomía e identidad a consecuencia de la destrucción o modificación de su patrimonio cultural tangible, expreso en sus inmuebles históricos y en sus casas habitación de arquitectura vernácula. Lo que perdimos, lo que seremos es un breve pero espléndido ensayo sobre el Tetecala después del sismo de 2017. El libro cierra con una lista de presidentes presidentas municipales, de 1920 a 2024, frente a cincuenta y un hombres, apenas dos mujeres entre 2018 y 2024: Luz Dary Quevedo Maldonado Y Rosbelia Benítez Bello.

¿Qué es una obra incompleta?, ¿qué obra no lo es? El autor sabe que Un pueblo sin mar es una obra inacabada, y por eso, en sus afanes de divulgación, privilegia una narrativa fluida por su riqueza y diversidad de contenidos a partir de los géneros convergentes de la historia y la crónica. Parafraseando al historiador francés Pierre Vilar, la historia, y el conocimiento que ella genera, están en permanente construcción.

¿Desde qué lugar narramos nuestro pasado, o específicamente nuestras historias y memorias colectivas? Aquí una respuesta que Reynoso Jaime nos ofrece en la introducción: “Tenemos el clima y el encanto, el sol y las palmeras, pero nos falta el mar. Tenemos historia, cultura y tradición, ingenio y talento, pero nos falta prosperidad. Tenemos familia, amigos, tardes de anécdotas, noches de copas, sábados de fiesta y domingos de misa, pero nos falta vivir más seguros. Tetecala es así, un pueblo de contrastes. Donde cada persona es un personaje, cada calle un teatro y cada hogar una novela. Donde murió Pedro Ascencio, donde Benito Juárez dejó su huella, donde le cantan a Modesta Ayala. Un pueblo con sabor a mango y tamarindo, con olor a huerta y mariguana. Donde pasa de todo y nunca pasa nada”.

Un pueblo sin mar es una delicia, resultado de la buena pluma de su autor, historiador y novelista, sus 137 páginas se leen en una noche.

Hoy, viernes 2 de febrero, en la sesión inaugural de Pensar el Sur. Cultivos de las historiaz y las memoriaz colectivas: pueblos, comunidades y territorialidades, conversaré con Irving Reynoso sobre los dos libros aquí brevemente reseñados: Los pueblos de la Tierra Caliente, y Un pueblo sin mar. Nos vemos 17:00 hrs., en Casa Tenayo Restaurante Centro Cultural, ubicado en Calle Morelos N.83, Barrio de Rancho Nuevo, a veinticinco metros de la Parroquia de La Asunción.