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Estoy sentado en mi librería/café favorita, casi siempre ocupo la misma butaca con vista a la calle que da con un camellón desde cual una hilera de árboles se escuadra como si fuesen peones sobre un tablero de ajedrez, todos ellos aguardan una señal de ataque, quizá un día se levanten enojados como los Ent de Tolkien y remitan contra los humanos por su abuso o como las orcas en la península Ibérica de España, ¿Te has visto lo de Gladys? un puñado de orcas enfurecidas volteando yates, pero esa es otra historia. Volvamos…como de costumbre pido un café natural pasado por la chemex que es una cafetera de goteo lento, inventada por el químico alemán Peter J. Schlumbohm de ahí su forma parecida al matraz Erlenmeyer. El sabor que se extrae con este método para mí es el mejor, te da una taza limpia, que gracias a su filtro de papel retiene mejor los aceites no deseados, te juro que hay sabores de café que no conoces hasta probar la chemex, haz la prueba, no vas a querer cambiar.

Ando en eso, cuando de reojo veo una cabellera larga hurgando libros, no presto mucha atención y vuelvo a mi libro, de pronto veo pasar la misma cabellera esta vez con unos lentes y un rostro parecido al de una tortuga. Por un momento se me figura familiar. ¿Es Jocelo? Echo otra vista para revisar y confirmo. Sí, es Jocelo, guitarrista de Café Tacvba, va con la melena sobre las orejas, un chaleco de cuero, pantalones ajustados, lentes Sergio Sepúlveda, camisa negra, y un aura de paz que parece rondarle por los hombros, semejante a esos yoguis de Tepoztlán.

Desde que empecé a aficionarme por la música he sido fan de Café Tacvba. Podría decir con los ojos cerrados que están en el ranking de las tres bandas más importantes de México, si no es que son la más importante, por lo menos para mí.

Mi primer recuerdo de ellos fue escuchar “Un viaje” por vías de mi hermano en su vieja casa de la Ciudad de México por la colonia Portales. Un viaje fue un concierto grabado en vivo desde el Palacio de los deportes por su quinceavo aniversario. Ese concierto comprende los grandes éxitos de la banda pasando por: María, Puntos cardinales, Chilanga banda, Mediodía, Eres, Las flores, El baile del salón, y demás hits.

Descubrir una banda así no sucede todos los días, no sólo por su calidad como grandes músicos sino por su versatilidad y por su identidad que esconde un orgullo secreto, como si fuese un papelito que pasas de mano en mano hasta llegar a la butaca de la persona que te gusta. De cierta manera Café Tacvba me hacía llegar ese papel para enorgullecerme de mi identidad, y me decía que estaba bien mezclar el rock con el son, con el folclore, con la banda y mucho más. Que estaba perfectamente bien ser mexicano, y usar nuestras palabras, que era chingón serlo. Café Tacvba fusionaba géneros como si fuese el señor de los jugos del quiosco, tal fruta con tal ¡y a ver qué da! Parecía nunca errar.

Hace poco tuve la fortuna de escucharlos en el festival BeerFest en Jardines de México, como era de esperarse ellos fueron los encargados de clausurar tal celebración de cerveza y música. Su presentación fue impecable, nada que alegar seguían sonando igual de increíble o más que antes, misma vitalidad fuerza y ejecución a tope.

Al caer la cuarta canción no pude evitar derrumbarme, la pieza era “Como te extraño mi amor” de Leo Dan. Hace unos años un amigo mío muy querido desapareció al tiempo lo hallaron muerto, yo jamás hubiera conectado tal letra y ritmo con una tragedia, hasta que un día hurgando en Youtube me encontré un video de Rubén Albarrán (vocalista del grupo) situado en una azotea, junto a un grupo de mujeres en protesta que resultaban ser las madres de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, después de un rezo, Rubén comienza a cantar las primeras líneas:

Cómo te extraño, mi amor, ¿por qué será?

Me falta todo, en la vida, si no estás

Cómo te extraño, mi amor, ¿qué debo hacer?

Te extraño tanto que voy a enloquecer

¡Ay, amor, divino! Pronto tienes que volver a mí

A veces pienso que tú nunca vendrás, pero te quiero y te tengo que esperar

Ese era el dolor de las madres en busca de sus hijos.

Comprenderás que para ese entonces mi corazón estaba en el suelo, estuve en el funeral de mi amigo, con su mamá al lado sosteniendo con un paraguas el mundo que se le venía encima. ¿Cómo una canción puede darnos en el clavo?, desprendernos de la pared como un cuadro que un día decide soltarse… y a la vez liberarnos del dolor.

Así, Café Tacvba ha formado parte de mi vida, su música ha dejado un pozo en mí al que miro de vez en vez mientras camino por el metro de la ciudad de México dirección Tacubaya con un trajín de gente en contra.

El dolor es fuerte lo soporto porque vivo pensando en tu amor.

Gracias por el viaje Café Tacvba, y por seguir sonando fuerte en lo que llevamos por dentro de corazón.

* Se publicó en La Jornada Morelos el 11 de junio de 2023