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La catedral de Cuernavaca, Morelos, conserva en su interior, a lo largo de la nave principal, una de las más importantes muestras de pintura mural alusivas al martirio de San Felipe de Jesús, primer mártir novohispano del siglo XVI, quien junto con otros religiosos franciscanos y laicos japoneses, en las costas de Japón en el año de 1597, fue llevado a la ciudad de Kioto y posteriormente a Nagasaki en donde fueron crucificados por Toyotomi Hideyoshi “Taikosama”.

El papa Urbano VIII lo beatificó, junto con sus otros compañeros, el 14 de septiembre de 1627 y fue canonizado hasta el 8 de junio de 1862.

Las pinturas fueron descubiertas en el año de 1957, a raíz de los trabajos de adecuación del conjunto histórico, al retirar los altares colaterales que ocupaban en ambos costados la nave principal, iniciando el recorrido en el costado derecho hacia el acceso principal y coro alto, y continuando a lo largo del otro muro, hasta el arco del altar principal.

En ellas se muestran a los diversos religiosos transportados en carretas abiertas por un largo camino, desde el centro de Japón, hasta el sur. En la escena final se pueden ver a los personajes con prendas de colores, cruzando en embarcaciones propias del sitio en un mar con cetáceos.

Se piensa que el martirio realizado al final del siglo XVI, fue representado en este sitio a principios del siglo XVII, con una magnifica muestra de pintura de gran formato, única en su género en México.

Recordemos que la ruta para viajar en el Galeón de Manila iniciaba en la ciudad de México y recorría Morelos, cruzando por Cuernavaca, pasaba por Guerrero, hasta su llegada al puerto de Acapulco, en donde al inicio del año se llevaba a cabo la feria de productos procedentes de este gran archipiélago, dominio español en la frontera con Asía.

San Felipe de Jesús nació el 1 de mayo de 1572, en la ciudad de México, hijo único de Alonso de las Casas, un rico platero hispano y de Antonia Martínez. Estudió gramática en el colegio jesuita de San Pedro y San Pablo, en la ciudad de México, y fue enviado, desde muy joven, por su padre, a la ciudad de Manila. Originalmente fue bautizado como Felipe de las Casas, nombre que cambió posteriormente.

Hoy en día la iglesia católica en México lo considera el patrono de la ciudad de México. En la ciudad de Colima, en la Villa de Álvarez, se le valora como protector contra incendios y temblores y es festejado el 5 de febrero.

Les fue cortada una oreja a cada uno y finalmente, en la colina Nishizaka, 6 franciscanos (de la primera y tercera orden), 3 jesuitas y 17 laicos japoneses, fueron colgados en cruces. Felipe decía durante su agonía “Jesús, Jesús, Jesús”. Viendo que se ahogaba debido a la argolla en que se encontraba prisionero su cuello, los soldados lo atravesaron con dos lanzas en los costados, de las cuales una atravesó su corazón.

 

El escritor japonés Shusaku Endo, escribió la novela Silencio Chinmoku, en donde se describen los actos del martirio de este grupo de cristianos en el Japón. El escritor mexicano Victoriano Salado Álvarez, tiene una narración dedicada a este personaje en su antología Cuentos y narraciones. En México, Julio Bracho filmó la película Felipe de Jesús, en 1949. En Estados Unidos se realizó en 2016 la película de Martín Scorsese llamada Silencio, que narra el martirio que estos cristianos pasaron en Japón a manos del shogun.