“Nosotros somos, porque existe el amor,

y queremos ser mejores, porque existe el amor,

y el mundo gira, crea, se multiplica,

porque existe el amor”.

Hace 50 años, en el Estadio Chile fue asesinado Víctor Jara, un hombre que dedicó su vida a crear vida, a través del teatro y la música. Su muerte ocurrió en circunstancias crueles, que reflejan la naturaleza de sus verdugos. Lo torturaron a golpes y culatazos. Su cuerpo apareció acribillado con 40 impactos de bala. Sus asesinos tienen nombre y apellido. Uno de ellos, el militar chileno en retiro, Hernán Carlos Chacón Soto, se suicidó hace unos días cuando iba a ser detenido y trasladado a prisión. Los otros militares inculpados son Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf y Juan Jara Quintana, bajo los cargos de homicidio y secuestro calificado. Rolando Melo Silva recibió una condena de 8 años por encubrir los crímenes. En 2016, Joan Turner Jara, la esposa de Víctor Jara y sus dos hijas, Manuela Bunster y Amanda, presentaron una querella contra otro militar, Pedro Pablo Barrientos, quien en 1990 se había exilado en Estados Unidos, donde se naturalizó, y lograron que un tribunal federal de Orlando lo hallara culpable por la muerte de Jara. El 18 de julio de este año, el juez Roy Dalton, del Distrito Central de Florida, Estados Unidos, despojó de la ciudadanía estadounidense a Pedro Pablo Barrientos. Estos hombres fueron instrumentos de fuerzas poderosas, instrumentos de un régimen que instauró el terror en Chile, asesinando y desapareciendo a miles de personas, para resguardar los privilegios de la oligarquía y del capital extranjero.

La dimensión del asesinato de Víctor Jara es una evidencia de la capacidad destructora de los seres humanos, de una ausencia flagrante de la más elemental justicia. Si ese hombre, como tantos otros hombres y mujeres que fueron destruidos por el aparato represivo de Augusto Pinochet, era responsable de algún crimen o delito, lo que procedía era llevarlo a juicio para determinar su culpa o su inocencia. Pero no, los verdugos transitan en otra órbita, sonámbulos de las peores pesadillas, donde el amor no existe.

Boris Navia Pérez, sobreviviente de la masacre del Estadio Chile recordó, en un testimonio publicado en la revista Kilómetro Cero, de Mendoza, Argentina (septiembre de 2022), como empezó a suceder este asesinato: “Vos sos el Víctor Jara huevón, el cantor marxista, ¡el cantor de pura mierda!”. Y, entonces, su bota se descarga furibunda una, dos, tres, diez veces en el cuerpo, en el rostro de Víctor, quien trata de protegerse la cara con sus manos, —ese rostro que cada vez que lo levanta esboza esa sonrisa, que nunca lo abandonó hasta su muerte—. Esa misma sonrisa grande con que cantó desde siempre al amor y a la revolución. “Yo te enseñaré, hijo de puta, a cantar canciones chilenas, ¡no comunistas!”.

Un documental de Netflix Studios, Masacre en el estadio. La historia de Víctor Jara, difundido en 2019, relata cómo fueron los últimos días en la vida de este cantor y a la vez indaga en la búsqueda de los responsables, centrándose en el exmilitar Pedro Pablo Barrientos. Un testimonio esencial en este relato es el de su esposa, Joan Jara: “Lo primero que me gustaría decir sobre Víctor es que la vida con él era divertida. Disfrutaba la vida y hacía disfrutar la vida a la gente que lo rodeaba”. El testimonio de amigas y amigos que sobrevivieron a la masacre en el estadio construyen una poderosa memoria, una trama que refleja lo que Víctor Jara labró con su canto y su poesía, con la certeza de lo que significa “el derecho de vivir en paz”.

Víctor Jara nunca consideró que su música era de protesta, sino más bien una celebración de la vida, un reflejo de la realidad, historia de lo inmediato, y una jubilosa práctica de la alegría. Su canción “Manifiesto” es claridosa de estas creencias:

Yo no canto por cantar

Ni por tener buena voz

Canto porque la guitarra

Tiene sentido y razón

CARTA DE LAS HIJAS DE VÍCTOR JARA

El siguiente es el texto íntegro de la Declaración Pública de Manuela Bunster Turner y Amanda Jara Turner, en relación a la resolución de la Corte Suprema sobre el asesinato de su padre el cantautor Víctor Jara:

Después de casi 50 años, la Corte Suprema de Chile ha ratificado la sentencia para todos los oficiales de ejército imputados por el secuestro, la tortura y asesinato de nuestro padre Víctor Jara Martínez, y Littré Quiroga Carvajal. Asesinatos cometidos en el Estadio Chile el 15 de Septiembre de 1973, pocos días después del golpe civil y militar realizado en mi país.

Han pasado tantos años, que se hace difícil sentirlo como justicia, o consuelo. Pero esto es una señal que está dando el Poder Judicial, que sólo desde comienzos de este siglo empezó a darle camino a las investigaciones. En estas últimas semanas, muchos casos por delitos de lesa humanidad están llegando a su fin. Esto no está presente en los medios masivos de comunicación, con la relevancia que requiere para nuestra sociedad. El Poder Judicial por fin está diciendo que, aunque sea complejo y largo el proceso, ya que las Fuerzas Armadas no entregan información, estos delitos serán juzgados. Esto también es una señal para los nuevos integrantes de las Fuerzas Armadas aún en formación.

Todavía quedan muchos casos por esclarecer y nada ha terminado. En estos tiempos de negación y violencia, tenemos más fuerza y esperanza para seguir trabajando, para tener herramientas de resistencia y organización, cultura, arte, memoria y educación. Como el agua que corre y limpia, agradecer al abogado Nelson Caucoto, representante de los querellantes en la causa. Es un estratega brillante, de una humanidad que desborda. Sus palabras quedarán en la historia y su paciencia, ha sido un ejemplo. Agradecer a los abogados Francisco Ugas e Ilan Sandberg, por su dedicación a la causa judicial, que nos demuestran que tenemos un futuro esperanzador, y a tantas personas que han trabajado sin cesar para llegar a este momento. El camino ha sido largo, con muchas frustraciones, pero sobre todo lleno de solidaridad y fraternidad. Acompañadas siempre de un pueblo que lleva a nuestro padre en su corazón.

Amanda Jara Turner • Manuela Bunster Turner.

Amanda Jara Turner, Joan Turner , Víctor Jara y Manuela Bunster Turner