Primera entrega semanal
Braulio Miguel Eduardo*
I. Aprendí a leer de manera natural e inexplicable antes de asistir a una escuela. Los rótulos de la tienda, los letreros del expendio de pan, los encabezados del periódico Excélsior que mi padre compraba y leía diariamente. Quedé desconcertado cuando a rastras asistí por primera vez a un kínder dónde me obligaban a repetir las vocales y frases bobas. Lo que me salvó y permitió mantener mi devoción por la lectura fue el ejemplo de mis padres que le dedicaban a leer, los escasos momentos de descanso de sus pequeños comercios. Memorización de poemas por mi madre y de al menos una novela al mes por mi padre.
II. Ingresé en 1971 a la UNAMegalomanía llamada Ciudad Universitaria, donde aprendí a recorrer caminando, fumando y curioseando las escuelas y facultades del circuito interior. Asistí a cursar materias en: Matemáticas, Filosofía, Historia, Ingeniería de sistemas, Teatro, Medicina, Política y por supuesto, no sin gran tribulación, las materias obligatorias del plan de estudios de la Escuela Nacional de Arquitectura. Descubrí entonces que cada uno de mis nombres posee tres intereses diversos. Braulio cultiva la filosofía, la historia y la poesía. Miguel la arquitectura, el urbanismo y las artes escénicas. Eduardo estudia e investiga las matemáticas, la cibernética y la economía política. En abril de 1972 formé parte del movimiento estudiantil del Autogobierno en esa escuela. Participé como «potro sin freno»: durante los orígenes, el auge y la decadencia de ese movimiento. El Autogobierno fue el primer momento de inflexión, o de umbral en mi vida.
III. Gracias al Autogobierno fue que pude descubrir en 1972 el Centro Intercultural de Documentación o CIDOC de Cuernavaca, donde asistí a un seminario titulado: «Hacia el fin de la era escolar», bajo la conducción de Monseñor Iván Illich, allí me encontré el primer día con Jean Robert para quien curiosamente también era su primer día en el CIDOC. La conmoción resultante de escuchar y empezar a tratar a Illich, a mis veinte años, mientras formaba parte del Autogobierno de Arquitectura, y confirmaba mi profesión de fe anarquista, fue el segundo «momento de umbral» en mi vida, que me determinó para empezar a descolonizar, con el eficaz «removedor» Illich, el cochambre de mi mente colonizada, producto de mi intensa educación escolarizada.
IV. Así como en la Gran Historia existen los llamados «momentos de umbral» que cambian el rumbo del universo. Así también se conformó un tercer momento de umbral, en mi universo personal, el día que conocí en 1984 a Gabriel Zaid, por conducto de Ricardo Mestre Ventura, anarquista catalán, en la Biblioteca Social Reconstruir. Arcadia ácrata donde también encontré a: Adolfo Castañón, Héctor Subirats, Juan Villoro y hasta el dueño de un banco, «un banquero anarquista», como el imaginado por Pessoa, pero este en la vida real. En 1989 el ingeniero-poeta Zaid me presentó a Alfonso Reyes en el centenario de su nacimiento; y a Octavio Paz en persona. ¡Cuarto momento de umbral!
V. Propongo esta columna semanal en La Jornada Morelos titulada: «Cibernética, política y sociedad» para reflexionar y responder a la pregunta: ¿Cuáles son las ventajas y los peligros inminentes de la Cibernética y en particular de la IA (Inteligencia Artificial) en nuestras vidas hoy?:
1. La vigilancia y control selectivo y detallado sobre las personas.
2. La intromisión radical en la privacidad y en la mentalidad de la gente.
3. La manipulación deliberada y subliminal de conductas sociales.
4. La capacidad de manipular procesos democráticos (como está pasando ante nuestras narices en el proceso electoral morelense y mexicano).
5. La confección de narrativas para garantizar la servidumbre voluntaria a ciertas dimensiones del poder mediante la dominación y el control hegemónico de las mentalidades de clases sociales específicas, por su condición socio económica y localización geográfica.
Los binomios emergentes: (BB+IA) Big Brother + Inteligencia Artificial. Controlados por el núcleo duro del capitalismo digital GAMMA (Google; Apple; Meta, Microsfot, Amazon) ¡El debate apenas comienza!
*Especialista desprofesionalizado obstinado en no volverme especialista. Por sobre toda clasificación profesional me veo como un amoroso lector vicioso, empedernido en leer y compartir el vicio.