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La salud pública en búsqueda de la equidad social

 

Ante un escenario de transformación del Sistema Nacional de Salud, es natural que coexista toda una diversidad de ideas para contribuir a edificar lo nuevo, y los profesionales de la salud debemos participar activamente en ese proceso de cambio. Desde nuestra perspectiva académica, el debate siempre debe estar basado en la evidencia, y tenemos que garantizar que nuestras opiniones no se vean influenciadas por conflictos de interés. Esto es, cuando varía el enfoque de un problema, deben variar las soluciones. Si cambian los supuestos, van a cambiar las conclusiones. Requerimos, por lo tanto, abordar nuestros problemas comunes en un ambiente de tolerancia, respeto y diálogo fraterno, en búsqueda de nuestras coincidencias.

La salud pública no es una especialidad médica, es una disciplina científica cuya orientación se dirige hacia una práctica integral transdisciplinaria, intersectorial y holística, y por esta razón deben ser promovidos los valores prescritos en los principios éticos de su propia práctica. La salud pública debe incidir en el bienestar social, si bien hay que reconocer que este concepto es un constructo que se expresa desde una perspectiva intersectorial relacionada con los niveles de salud, educación, desarrollo urbano, seguridad, justicia social y todos los aspectos relacionados con el medio ambiente; todos ellos están vinculados a la práctica de la salud pública. A este respecto, debemos considerar que la salud es un componente indispensable para la equidad, porque existe una relación multidimensional entre el estado de salud de la población y los diversos entornos intersectoriales y ambientales.

Quiero hacer énfasis en algunos elementos sustantivos que van a influir sobre el quehacer de la salud pública en el futuro inmediato: las pandemias como amenazas permanentes; las interacciones necesarias para responder como país a la salud global, y los nuevos paradigmas de la conceptualización y la práctica de la salud pública, incluida la salud planetaria con sus componentes ambientales, económicos y sociales, que obligan a incorporar en la práctica las perspectivas sociales y de género. Uno de los escenarios más relevantes a enfrentar en el futuro inmediato es nuestra participación en la conformación del propuesto Servicio Nacional de Salud Pública y en la creación de una estrategia de cobertura universal de salud, iniciativas en las que habrá que incluir la perspectiva necesaria de la salud pública. En una fórmula amalgamadora, tendremos que atender a la necesidad permanente, y siempre vigente, de incidir en la pertinencia social y la vinculación comunitaria.

Cada vez existe una mayor certidumbre en torno a la necesidad de establecer formas de colaboración y grados de relación entre el sector salud y otros muchos sectores. La pandemia de Covid-19 puso de manifiesto los múltiples aspectos del conocimiento que debemos abarcar en el terreno de la biología, la ecología, la sociología y la economía, así como en lo que toca a la capacidad técnica y de organización, la calidad de los sistemas de salud y la capacidad de respuesta, desde la salud pública, para enfrentar una emergencia de tal magnitud. A esto me refiero cuando hablo de la necesidad de fortalecer los enfoques integrales y holísticos, que son imprescindibles para la práctica y la enseñanza de la salud pública.

No operemos como silos dentro de la organización a la que pertenezcamos. Esta fragmentación es una limitante cuando existe el propósito de integrar los proyectos multidisciplinarios necesarios para el estudio de los problemas, de por sí complejos, de la salud pública. Debemos orientar nuestra práctica operativa, pero también, y de manera importante, nuestras actividades de docencia e investigación, con base en las funciones esenciales de la salud pública, a modo de obtener productos que sean de utilidad para la solución de los problemas poblacionales.

La esencia de nuestro quehacer académico debe radicar en la producción, transferencia y aplicación del conocimiento. La vinculación comunitaria no debe ser sólo un discurso, sino el conjunto de actividades sistematizadas de la práctica institucional para la planeación, organización, operación y evaluación de intervenciones en el ámbito poblacional, considerando importantemente los principios éticos de la salud pública. Participemos todos juntos en propuestas de valor que beneficien ampliamente nuestro entorno social; no podemos perder la oportunidad que en ese sentido se presenta en el futuro inmediato.

* Especialista en salud pública.