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¡No te quedes atrás México!

 

Después de algunas semanas fuera del país, hoy me permito retomar mis escritos alrededor del tema de la Economía Social y Solidaria (ESS); en esta ocasión pretendo compartir con ustedes un poco de las experiencias que pude documentar en mi estancia académica en Brasil, un aprendizaje comparado que espero logremos retomar en México en algún momento. Por supuesto, a través de este espacio, y durante ese periodo, se han seguido publicando los trabajos de varios de mis colegas del NODESS Morelos Solidario y Cooperativo con la intención de divulgar la labor tan ardua que estamos realizando para visibilizar la ESS. Ahora bien, veamos qué nos aporta Brasil en el tema de la ESS.

En Brasil el sector de la ESS ha recorrido también intrincados caminos para lograr su visibilización; pero, principalmente, su promoción y fomento. En 1995 surgen, como parte de proyectos y programas universitarios, las Incubadoras Tecnológicas de Cooperativas Populares (ITCPs) que contemplan la promoción y apoyo para la formación de empresas económicas solidarias. De esta forma las universidades brasileñas lograron la adecuada articulación entre enseñanza (docencia)- investigación y lo que ellos llaman extensión; es decir, la transferencia de conocimientos y cultura entre los diferentes sectores de una comunidad, logando así una relación transformadora entre Universidad y sociedad.

Debo dejar en claro que la extensión no se refiere a un simple trabajo de campo mediante la aplicación de instrumentos que derivan de la propia actividad investigativa; recordemos que esta ha sido una crítica constante en México ya que muchas veces los investigadores solo extraen la información que les interesa documentar para sus publicaciones – siguiendo con la lógica de acumulación de la información – pero sin aportar nada a la comunidad, esto que se ha denominado extractivismo académico.

Por ende, la propuesta de “extensión” como actividad obligatoria en las universidades brasileñas – aunque vale decir que varios colegas me manifestaron que no concuerdan con la idea de obligatoriedad – ha resultado en la posibilidad de una interacción dialógica con estas comunidades o grupos.

A partir de las incubadoras se puede lograr que, a estos emprendimientos colectivos recién creados o en vía de creación, se les brinden procesos específicos de formación, asesoría y asistencia técnica en aspectos administrativos, jurídicos, productivos y organizativos con el propósito de contribuir a su autonomía y sustentabilidad.

Vale apuntar que la primera experiencia de una ITCP aparece en 1995 en la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ); posteriormente, más universidades brasileñas siguieron el modelo y comenzaron sus propias incubadoras y a formar redes; también se instituyó el Programa Nacional de Incubadoras de Cooperativas Populares del Gobierno Federal (PRONINC) el cual, por Decreto en 2010, se convirtió en una política pública de apoyo al sector, sumando a varios Ministerios (lo que sería equivalente a Secretarías en México).

Lo anterior explica el porqué, en el recorrido que realicé, me encontré con diversas experiencias de incubadoras universitarias en las que participan directamente las “prefeituras” (ayuntamientos o alcaldías) con un apoyo y seguimiento significativo de los diversos emprendimientos.

Por supuesto que para llegar al punto en el cual se encuentra el fomento a la ESS brasileña – que a decir de los brasileños aún falta mucho camino por recorrer– este país ha tenido que sortear diversos escollos; ciertamente con gobiernos de extrema derecha como el de Jair Bolsonaro se documentó muy poco respaldo para el sector. Hoy, los brasileños confían en redireccionar estos esfuerzos a partir del gobierno actual encabezado por Lula da Silva.

Efectivamente podría escribir decenas de líneas alrededor del tema en aras de profundizar sobre esta propuesta de las incubadoras brasileñas, sin embargo, lo que deseo enfatizar son las buenas prácticas de fomento al sector que sí podemos encontrar en otros países de la región con lo cuales compartimos ciertas similitudes (sobre todo en términos de pobreza y desigualdad) y que nos demuestran que es posible abrir un camino desde y con las universidades, acercándolas a los intereses y necesidades de los sectores populares.

* Investigadora Asociada C de Tiempo Completo del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México (CRIM-UNAM). tatianag@crim.unam.mx