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POLÍTICA Y RELIGIÓN

Vicente Arredondo Ramírez *

La Jornada Morelos

11 de abril 2023

No sé cuándo, ni quién acuñó la frase de “no hablemos de religión, ni de política, porque eso nos divide”. Tengo que confesar que, en gran parte de mi vida, ese señalamiento no me significó gran cosa. ¿Cómo hablar de religión en México, en el México que crecí, cuando la inmensa mayoría de la población se autodefinía como católica? ¿Cómo hablar de política, si el partido hegemónico era el PRI, y tenía mecanismos para atender, en alguna forma, a todos los sectores de la sociedad?

En la actualidad, esa invitación a la autocensura en nuestras conversaciones ha resultado ser más que acertada, sobre todoen lo que toca al tema de la política. Si se quieren conservar amistades y preservar la armonía familiar, es mejor no tocar ese tema. En cuanto a hablar de religión, aunque el número de seguidores de la religión católica en México se ha venido reduciendo, mientras otras crecen, no es aún materia de división social generalizada. Según el censo general de población y vivienda del año 2020, los declarados católicoseran el 77.8%, seguidos por los denominados protestantes, con el 11.2%. Se pueden documentar  problemas entre católicos y protestantes en algunas comunidades del sur del país, aunque pareciera que el origen de dichos conflictos responde más temas de usos y costumbres, que de desencuentros doctrinales.

Lo anterior no significa que el tema religioso no esté actualmente jugando un papel importante insertado en el tema de la política, o que resulte ajeno a actuales dinámicas sociales en núcleos de población urbana y suburbana.

Lo que sin duda es algo notable en la historia reciente de México, es el grado de conflicto en el ámbito político. El gobierno federal electo en el año 2000, más que iniciar una transición a la democracia, operó una simple alternanciaburocrática, con el mismo sabor de corrupción de siempre, aunque disfrazada de eficiencia empresarial. Los dos sexenios siguientes agravaron la vulnerabilidad económica y de seguridad del país, y en el 2018 fue electo un gobierno que en algunos campos ha sido un contrapunto a todo lo anterior, lo cual ha provocado un abierto clima de enojofrente a las políticas gubernamentales, y hasta odio contra el titular del Poder Ejecutivo, por parte de quienes se sientenafectados.

Las actuales divisiones existentes en el ámbito de lo político/partidista, son vistas por algunos, incluido el presidente de la República, como algo positivo para la madurez cívica de la población, mientras que otra línea de opinión lo señala como algo negativo, que daña al país, y es fuente innecesaria de conflicto social.

No es fácil encontrar análisis reposados que ayuden a objetivar lo que actualmente está sucediendo en la sociedad mexicana. Lo que abunda en los medios convencionales de comunicación y en las llamadas redes sociales son mensajesreiterados de ataque al gobierno.

Cuando digo análisis reposados, me refiero a que en ellos se refleje una búsqueda honesta de encontrar causas e identificar efectos de los temas de verdadero interés público.Análisis que den cuenta de la evolución histórica de los problemas actuales, que expliquen la forma en que situaciones internacionales inciden en ellos, y, sobre todo, en los que se hagan propuestas de cómo solucionar losproblemas de interés general que se denuncian.

En efecto, personas y grupos que se han beneficiado, a la buena o a la mala, por lo que ha sucedido en México en los últimos decenios destacan por su postura reactiva a lo que plantea el actual gobierno federal. Parecen incapaces de imaginar formas inteligentes, innovadoras y proactivas de comunicar su visión de las cosas a la sociedad en su conjunto, por lo que recurren a las consabidas y esporádicas marchas, a la contratación de “plumas y voces a sueldo” en los medios de comunicación, y, lo peor, a llevar vergonzantes quejas y denuncias a instancias extranjeras de lo que pasa en México.

La práctica de la política y la religión, como la hemos conocido en México son ya disfuncionales, frente a lo que estamos viviendo y lo que está por venir. La palabra religión se deriva del verbo latino re-ligare, cuyo significado es vincular, volver a unir, atar. Me pregunto qué hacen en esta materia las diversas iglesias registradas en México para cohesionar a la sociedad. Parece que quienes las dirigen sólo tienen la intención de auto conservarse, reproduciendo rituales periódicos y arropando a su propia membresía.

Por su parte la práctica de la política, que debía estar referida a la forma de cómo se organiza una población en un territorio, se ha entendido como la simple competencia entre partidos políticos para obtener y permanecer en los puesto de poder formal, práctica que por cierto está más desprestigiada que nunca en México y en el mundo.

No se ocurre pensar que la verdadera democracia llegará cuando desaparezcan los partidos políticos, y la ciudadanía sea corresponsable del ejercicio de nuevas formas de representación y de toma de decisiones sobre el rumbo de la comunidad, ya sea local, estatal o nacional. Ni tampoco se ocurre que las religiones deben ser exigidas para que promuevan valores de unión y solidaridad. 

Hay que entender que la principal razón de  hacer política y practicar una religión es trabajar todos, para el bien de todos.

*Especialista en temas de construcción de ciudadanía.