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Las actividades ilegales siempre van acompañadas por alguna acción de las autoridades, ya sea para detenerlas o para voltearse a otro lado, hoy se publica en estas páginas el testimonio de uno de los últimos casos.

Es desafortunado que una de las instituciones que despiertan mayor confianza entre los ciudadanos, se preste a ignorar la realización de actos ilegales que, en este caso de tala ilegal,si bien tienen el potencial de comprometer la ecología y la sustentabilidad de los recursos naturales a mediano plazo, son actividades proscritas por la ley y que se deberían combatir como cualquier otro delito.

Al parecer, los infractores ya saben que, si alegan que no trafican drogas, violan o secuestran, tendrán cierto nivel de seguridad para poder negociar, como si lo que hacen fueran faltas menores. 

Aunque ellos piensen que, en efecto, al parecer no se daña a nadie talando árboles de manera clandestina, no deja de ser lamentable constatar que a quienes les confiamos nuestra seguridad y la vigilancia de nuestro patrimonio, tienen un precio.

Y, como se aprecia en el video anónimo, están conscientes de ello los jefes, la tropa y hasta alguien que no está presente en el lugar sino en comunicación por radio y al que le reportan que ya se llegó a un acuerdo y que tienen la palabra del líder de los talamontes.

Pero, más allá del hecho específico, este video muestra una forma de actuar de la Guardia Nacional que pareciera habitual: por lo menos dos personas graban los acontecimientos y el líder no se emboza, como tienen el cuidado de hacerlo los talamontes. Ambos lados recogen el testimonio de la negociación, quizá, por parte de los civiles, como pasaporte de seguridad, pero, por parte de la Guardia Nacional, quizá sea para rendir cuentas a alguien más. Por supuesto, estas son solo conjeturas.

Este tipo de testimonios también hacen preguntarnos por la efectividad y realismo del tan publicitado operativo que la Guardia Nacional llevó a cabo hace apenas unos meses en el que se detuvo la operación de siete aserraderos ilegales en el que, como es costumbre, no se detuvo a nadie.

Es un material inquietante por donde se le quiera ver, pero que debe servir para que la gente adecuada tome nota y, si lo decide, arregle algo que no está bien en la operación de la Guardia Nacional, por lo menos en cuanto al combate de la tala ilegal.