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Las derechas, al igual que las izquierdas, son diversas. Los grupos que se inclinan por ese tipo de ideologías tienen sus propios debates y diferencias internas. Creo que es más o menos conocida la perspectiva conservadora que niega la existencia del cambio climático (estilo Donald Trump o Javier Milei) o, por lo menos, que se deba a actividades humanas. No obstante, existen otras personas que son políticamente conservadoras y, a la vez, ecologistas.

Leí por primera vez sobre este tipo de ideas en el libro ¿La rebeldía se volvió de derecha? de Pablo Stefanoni (editado por Siglo XXI). Como menciona el autor, hoy en día la combinación de perspectivas ecologistas y conservadoras puede parecer contraintuitiva; sin embargo, no siempre ha sido así. La cercanía de las agendas ecologistas con las progresistas durante las últimas décadas ha ocultado una tendencia rastreable desde, por lo menos, antes de la Segunda Guerra Mundial.

Las y los “ecofascistas” (como se les llama a las tendencias más extremas del eco-conservadurismo) mezclan argumentos xenófobos con planteamientos a favor de la protección del medio ambiente. Una de sus ideas base es que no todas las personas pueden salvarse de la catástrofe ambiental, por lo que habría que enfocarse en la protección de los “suyos” sin que importe demasiado lo que sucede en otras partes del mundo. Creen que existe el derecho al disfrute de la naturaleza, pero que no todos colaboran por igual en ese sentido y que, por lo tanto, es justificado excluirlos.

También presentan sesgos racistas y clasistas. Mantienen, por ejemplo, que hay un lazo entre grupos étnicos y territorios particulares, de modo que hay que “protegerlos” de la “amenaza” migrante. Sus críticas no se enfocan en las grandes corporaciones ni en los multimillonarios que tienen una huella de carbono muy superior a la del promedio de la población. No, su idea es que las y los pobres son inferiores en términos de conciencia ambiental y que blancos occidentales son mejores, más “modernos” y “civilizados” que negros o indígenas.

Stefanoni cita al finlandés Pentti Linkola para mostrar parte de los argumentos de este tipo de posturas: “Cuando el bote salvavidas esté lleno, aquellos que odian la vida intentarán cargarlo con más gente y hundirlo todo. Los que aman y respetan la vida tomarán el hacha del barco y cortarán las manos extra que se aferran a los lados”. Así, el nudo entre el ecologismo y el conservadurismo cobra sentido; visto desde esa perspectiva, pareciera viable (incluso deseable) “proteger” el medio ambiente y las fronteras.

Stefanoni brinda una reflexión que me parece especialmente relevante: las izquierdas no tienen ganadas las banderas del ecologismo, más bien se disputan. Podría suceder que, mientras la catástrofe ambiental sea más evidente, más personas encuentren atractivas las propuestas ecofascistas.

Hasta el momento, parece tratarse de un fenómeno primordialmente europeo, pero nada nos dice que así seguirá siendo durante los próximos años. Antes de ganar las elecciones presidenciales en Brasil, Jair Bolsonaro era un político bastante mediocre; una gran cantidad de analistas aseguraban que Donald Trump no sería capaz de ganar siquiera las elecciones internas del Partido Republicano. Las derechas extremas son un problema real y una de las peores cosas que podemos hacer es minimizarlas.

Lo he dicho en otras ocasiones y lo repetiré las veces que sea necesario: las derechas no son sólo grupos de minorías privilegiadas, también tienen sus bases de apoyo entre sectores amplios de la población. Una parte de la labor de las izquierdas debería ser ganarnos el apoyo de las grandes mayorías violentadas sistemáticamente por las estructuras políticas y económicas dominantes. Convencerles de que verdaderamente ofrecemos alternativas para crear sociedades más justas y libres, así como reconocer y ser los primeros en criticar cuando algunos de nuestros representantes llegan a puestos de dirección y se equivocan o traicionan nuestros ideales. Lo que está en juego es demasiado importante como para no hacerlo.

  1. Profesor de Tiempo Completo en El Colegio de Morelos. Doctor en Estudios del Desarrollo por el Instituto Mora.