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Inspiración para gobiernos de Morelos

Gustavo Yitzaack Garibay López

Durante el siglo XX, junto a la prensa escrita, el cine, la radio, y la televisión, se constituyeron en poderosas industrias económicas, capaces de generar narrativas y representaciones de la realidad social, la que construimos colectivamente, y de las identidades, lo que somos como uno y como otros, con los otros.

Como en el presente las redes sociales, para nuestro pasado reciente es impensable la memoria del mundo contemporáneo sin los llamados medios tradicionales, esos dispositivos de interpretación, producción, reproducción, representación, sonorización, registro, soporte, transmisibilidad y resguardo de los valores culturales y estéticas de las llamadas sociedades modernas, globales y posmodernas.

En México Televisa fue la matriz de algunas de las narrativas más efectivas que forjaron, de manera hegemónica, los relatos de la patria contemporánea, ese México anclado en una identidad homogeneizadora y totalitaria, por patriarcal, exótica y neurótica, “típica” y “mágica”, laica y guadalupana, romántica y dramática, futbolera y telenovelera, cómica y musical, de autoconsumo y exportación.

Los ministros de esa República del entretenimiento fueron Jacobo Zabludovsky, Raúl Velasco, Ernesto Alonso, Roberto Gómez Bolaños y el recientemente fallecido Javier López Chavelo. Su presidente fue el fiel soldado del sistema priísta, Emilio Azcárraga Milmo, el hacedor de la televisión para los jodidos, como alguna vez el mismo lo exclamó, y cuya familia estuvo vinculada a la simpatía y financiamiento del Partido Nacional Socialismo en nuestro país.

Generacionalmente, para algunos, esos nombres ya dicen poco o nada, pero no podemos omitirlos, pues fueron los artífices de un modelo cultural paradigmático, cuya teoría y praxis para el diseño y producción de contenidos (que no de reproducción y transmisión) prevalece hasta nuestros días, pues las necesidades de información, comunicación y entretenimiento se basan en la modelación mercantilización de las identidades como productos, es decir, del efectismo sobre las subjetividades (gustos, deseos, necesidades, valores) de quienes consumen sus productos culturales de carácter comercial.

Pocos saben que Televisa creó estructuras de gestión especializadas para la producción de sus diversas áreas de contenidos y políticas editoriales, como sus departamentos de Telenovelas, Deportes, Espectáculos o Noticiarios y que tuvo su propio Instituto de Investigaciones Sociales para el estudio del impacto de sus productos y el comportamiento de sus audiencias, con la participación de personalidades del medio cultural como Miguel Sabido, estudioso del teatro en México, creador de los llamados televiteatros, quien desempeñó como vicepresidente de investigaciones sociales de la televisora.

En el mundo diversos especialistas han analizado los claroscuros sobre el impacto de las industrias culturales en todos los ámbitos de la vida social. Desafortunadamente en Morelos todavía no hay, por lo menos a mi alcance, una breve historia sobre el desarrollo de los medios públicos y privados de entretenimiento y comunicación, comerciales y culturales, privados y estatales.

No existe, por ejemplo, el recuento del viejo Sistema Morelense de Radio y Televisión, que del pin pon entre el gobierno del Estado y el Congreso advino, durante del graquismo, en el Instituto Morelense de la Radio y la Televisión, pero tampoco hay una historia de la comunicación social, la difusión cultural, ni de las radios comunitarias y/o independientes, tampoco siquiera de Radio UAEM.

La UAEM bien podría coordinar ese necesario esfuerzo colectivo que no puede prescindir de voces como las de Marga Aguirre, Carmen de la Vega, Paco López, Elsa Castorela, Patricia Godínez, Marco Antonio Tafolla, Esther Téllez, Eolo Pacheco, Patricia Jiménez-Pons, Bonifacio Pacheco, Jessica Rivera Hamed, Mario Antonio Caballero, Margarita Estrada, Susana Ballesteros, Fernando Hidalgo, José Miguel Rueda y de muchas otras personas.

Por ello, durante las siguientes semanas me propongo hacer algunos apuntes sobre los temas que convergen en la relación de lo cultural con el entretenimiento y la comunicación, específicamente sobre los efectos del llamado modelo cultural Televisa, sus implicaciones en términos del paradigma sobre el que se guían autoridades estatales y municipales para el diseño de sus agendas culturales, carteleras “artísticas” y/o de entretenimiento con acceso a recintos como plazas cívicas, carnavales, fiestas patronales, museos, recintos feriales (palenques y teatros del pueblo), casas de cultura, auditorios y festivales.

¿Deben, el gobierno del Estado de Morelos y los ayuntamientos, financiar espectáculos y otras actividades de entretenimiento, cuyos fines lucrativos son propios de la industria cultural privada?