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Ya es un lugar común que todos los políticos aseguren que su máxima preocupación son los Derechos Humanos, que en ellos basan sus políticas y planes de gobierno, y que son de aquellas materias de interés nacional que se encuentran más allá de cualquier interés partidista o coyuntural, palabras más, palabras menos.

Sin embargo todos los días vemos cómo se politizan los derechos humanos y se regatean en aras de la máxima exposición mediática y, cuando algún tema pasa de moda, se olvidan con el asunto que los puso en el candelero.

El Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos (CDHEM), Raúl Israel Hernández Cruz, señala que las Fiscalías General de la República y de la Ciudad de México se han olvidado del caso de Ariadna “N”, que tanto revuelo causó en su momento, cuando se comprobó que vinieron a depositar su cuerpo en Morelos cuando había perdido la vida en la capital del país.

Entonces volaron las acusaciones y todos se dijeron preocupados por los derechos de la víctima y sus familiares. Se prometieron acciones contundentes y ejemplares y… no ha pasado nada, ni siquiera se quieren compartir los dictámenes forenses. Parece ser que la pasión por la justicia se apagó junto con el interés de los medios.

Así ha pasado con muchos casos que en su momento nos han conmocionado por su brutalidad, no es necesario recordarlos, pero todos, por su impunidad, fomentan el cinismo de las autoridades y la indiferencia del público.

Por el bien de nuestras sociedades, debemos resistirnos a normalizar la impunidad y la violación a los Derechos Humanos, pues éstos se siguen vulnerando aunque las víctimas no puedan exigirlos, a ellas se les sigue negando la justicia, al igual que a sus familias y amigos y, desde luego, a todos nosotros como comunidad.

Casos como el de Ariadna “N”, o el de los 43 de Ayotzinapa, la masacre de Nochixtlán, o los asesinatos de tantos y tantos ambientalistas y periodistas, son tan solo ejemplos de una muy larga lista cuya falta de esclarecimiento deja heridas abiertas en nuestro país que solamente podrán sanar con la identificación de responsabilidades.

Los Derechos Humanos en realidad deberían estar a la cabeza de los intereses de todos los gobiernos y no solo en sus discursos, deberían ser el centro de todas las políticas públicas y empresas de gobierno, más allá de la utilidad que algunos les encuentren para conseguir primeras planas. La política debería estar al servicio de los Derechos Humanos, y no al revés.