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Raúl Silva de la Mora

“El mundo está enfermo.

Ya no hay la lluvia mucha y el maíz no sale.

Ya no tenemos el maíz”

Ramíro Juan, owiruame rarámuri

El libro más reciente de Diego Enrique Osorno tiene un título que es más bien un diagnóstico imposible de contradecir, matizar, o sencillamente ignorar: Mundo enfermo. ¿Así o más claro? Enfermo de violencia, de intolerancia, de impunidad, de codicia, de mentiras que se disfrazan de verdad, de políticos cuya miseria humana es insondable. Enfermedades incurables.

Pero no es que las páginas de Mundo enfermo* sean una autopsia de esas calamidades enunciadas. No. Al contrario, detrás de ese título hay toda una cartografía de la vida en este planeta, y su guía es un escritor que hace periodismo y lee poesía. Esto último es básico, porque no es recomendable recorrer el mundo sin esa alfombra mágica.

El subtítulo de esta colección de crónicas describe la forma como Osorno recorre el planeta: Viajes infrarrealistas. Se apropia de una mística. “Escribir ahí / sobre un pueblo de víctimas / Escribir contra lo políticamente correcto / lo políticamente corrupto / Escribir más que nunca y sin parar / porque el periodismo infrarrealista / está herido / tergiversado / confrontado / pero sigue de pie…” nos dijo en su Manifiesto del periodismo infrarrealista, en 2015.

Israel, Palestina, Cuba, Noruega, Venezuela, Líbano, Islas Caimán, Siria, Francia, Estados Unidos, China, Brasil, España y México son los territorios que visita este Mundo enfermo, un libro que Diego Enrique Osorno escribió valiéndose de su archivo y sus recuerdos, cuando la pandemia alteró su vida trashumante: “Esas dos necesidades existenciales: la de viajar y la de reflexionar sobre el mundo, dieron como resultado este libro que visita pueblos y ciudades de América, Europa y Asia a lo largo del primer cuarto del siglo XXI”

La obsesión por la otredad, buscando en sus misterios huellas para descifrar esta realidad que nos contiene a todos, en su absurdo y en sus frágiles ilusiones, prevalecen en este avistamiento de la Tierra Santa en compañía de Legionarios de Cristo, o siguiendo el recorrido de las cenizas de Fidel Castro, las marchas populares en Caracas, el mundo de un escritor que no se volvió cobarde ni caníbal, los oasis de la mafia, las guerras diarias en Líbano, “el hambre como ley de vida” en la sierra Tarahumara. Los otros somos nosotros, en la solidaridad y en la indiferencia.

El periodismo que Osorno practica es de alto riesgo. Sus libros El cártel de Sinaloa o La guerra de los zetas lo han llevado por territorios sórdidos, donde todo huele a muerte. Esa práctica de alto riesgo se manifiesta también en su técnica para escribir cada una de sus crónicas, identificando “un personaje, un espacio o un acontecimiento que permita avanzar en el desciframiento de nuestra misteriosa realidad”. La experiencia vivida le dicta cómo encarar cada una de ellas. La poesía ronda en sus alrededores, como un chaneque que lo protege.

En el prólogo a Mundo enfermo: Viajes infrarrealistas, el periodista y editor catalán Pere Ortín escribe: “El periodismo de Diego Enrique Osorno es peligroso porque el pensamiento crítico y la libertad para ejercerlo o son peligrosos o no son nada, especialmente cuando se practican en una sociedad como la mexicana que asesina y consiente el asesinato de sus periodistas”.

El mundo está enfermo, grave y degradado. Es una jungla donde el peligro acecha a cada paso. Y sin embargo, es preciso navegar. El periodismo de Diego Enrique Osorno es un navío que flota a contracorriente, buscando esas certezas que alivien.

“El periodismo infrarrealista es un insecto fosforescente contra el holocausto”.

* Mundo enfermo: Viajes Infrarrealistas. Editorial Debate / Penguin Random House Grupo Editorial, 2021. 308 pp.

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Raúl Silva de la Mora es corresponsal de Radio Bilingüe, red de emisoras públicas de Estados Unidos. Traductor de HarperCollins y uno de los instigadores que buscan crear la primera radio comunitaria de Cuernavaca: Campo Ciudad.​​​​