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Ucronía para el estado de las cosas I

Alma Karla Sandoval

Estas líneas arrancan en el cerro del Señor del Calvario de Mazatepec. Serán, a lo sumo, unas cincuenta mujeres de dos colectivas feministas tierra adentro avanzando en esa comunidad con cartulinas, sombreros, paliacates, con su palabra en ristre. Entre caballos, el sol de marzo a plomo que no hunde el eco de las consignas, destaca un mensaje: “Marchamos por las mujeres de los municipios olvidados. No están solas. Aquí está su manada”. Quien esto escribe se remonta de inmediato a García Márquez, a su discurso de aceptación del Nobel, “La soledad en América Latina”, a esa utopía revolucionaria para que en los pueblos de cada región de nuestro continente nadie nos diga cómo tenemos que vivir y mucho menos cómo tendríamos que morir.

Entonces esbozo una sonrisa y anoto mentalmente lo que escribiré en esta columna: Gabo no contó con el feminismo de la cuarta ola, no tenía idea de que este lo iba a rebasar, al menos en el territorio del pensamiento. El autor colombiano no alcanzó a ver la potencia del feminismo de los barrios, del feminismo de las arterias rurales como venas que nadie quiere ver ni cerradas ni abriéndose (lo siento, Eduardo Galeano) en la realidad, sobre todo en los espacios íntimos, intramuros, de las mujeres de Morelos porque esa utopía de cara al paisaje forense de las desapariciones, no nos sirve. Ninguna revolución es útil para el día de mañana como la justicia si no es pronta…

Lo que vale, tal vez, es la ucronía, imaginar horizontes imposibles que no se dieron y tal vez no se darán, pero permiten soñar otras escenas como en “Ellas hablan” de la cineasta canadiense Sarah Polley. Digo lo que vale porque el hechizo macabro de la violencia estructural como vector nos impide ver más allá del regionalismo caníbal, del encono o la indignación ante dirigentes que llegan al poder sin ser capaces de pronunciar correctamente el nombre de héroes nacionales, con ese hándicap, ¿pueden entender de qué hablamos cuando, en un acto de generosidad infinita, explicamos con paciencia y respeto de qué trata el feminismo? Lo dudo.

El hecho de que este 8 de marzo la presidenta del Instituto de la Mujer para el Estado de Morelos, Guadalupe Isela Chávez Cardoso, comentará públicamente que no encontró espacios en la entidad para organizar ese mismo día el evento de la conferencia magistral dictada por la Dra. Leticia Bonifaz Alfonso en el MMAC que se tuvo que recorrer hasta el 15 de marzo, es un síntoma preocupante. Los espacios se toman o tienen que abrirse si se trata de una emergencia nacional: el cese de la violencia hacia nosotras. Máxime si trabajas en vinculación con el gobierno del Estado ostentando una autonomía engañosa. Quiero decir, los que gobiernan aún deciden incluso el día, la hora, los modos en los cuales nos pondremos a conmemorar nuestras luchas para pensar a fondo sobre los temas que nos interesan, sobre las estrategias para resistir ante la falta de igualdad sustantiva.

Sonrío otra vez, pero ahora indignada en ese asiento, dizque representando a “miembros” de la sociedad civil, frente a fiscales, secretarias de Estado, directoras de instancias para la mujer, diputados, mujeres que trabajan en fundaciones retrógradas gracias a las cuales el aborto, por ejemplo, seguirá sin despenalizarse en nuestra entidad. Por eso sonrío pensando en las mujeres de los municipios olvidados, porque en la capital de Morelos nada cambia, porque el estado de las cosas es el de siempre también gracias al gatopardismo de ciertas líderes que así lo garantizan. Las razones del olvido son obvias: ignorancia, misoginia, conservadurismo participativo y subrogado, violencia invisible en forma de lumbres amigables, así como otros poderes administrando las arcas.

Alma Karla Sandoval

*Escritora