La imaginación al poder

 

El oficio de historiador es un desafío a la memoria. Invocarla no es un acto de seducción, pero sí tiene mucho de alquimia, porque no hay nada más volátil que la historia y sus laberintos. La imaginación también puede ser una historiadora, que en sus aparentes desatinos nos asoma al pasado de una manera diáfana y certera. “La novela es la historia secreta de las naciones”, dijo alguna vez Honorato de Balzac, que bien sabía de los aciertos de la imaginación.

Adolfo Gilly, que no era novelista, escribió sus libros con una brújula que orientó su caminar por la historia secreta de las naciones. Una mano anónima apuntó en la contraportada de esa enorme obra que es Felipe Ángeles, el estratega (Ediciones Era, 2019): “Este relato de la vida de Felipe Ángeles es una reivindicación de la escritura de la historia como género literario”.

La portada del último de sus libros, Estrella y espiral (Ediciones Era, 2023), reafirma esa fraternidad que Gilly buscó entre la historia y la literatura: el rostro del surrealista André Breton con los ojos cerrados, intervenido por unos bigotes zapatistas. Después… 116 páginas donde la poesía entreteje una memoria que inicia con la evocación de uno de los grandes historiadores de la Revolución mexicana: “La mirada de Frederich Katz, como las de Rosa Luxemburg, Walter Benjamin o Franz Kafka, era también herencia de una cultura que conocía las persecuciones, las humillaciones y los despojos, junto con las artes de la resistencia, las reapariciones y las resurrecciones”.

“Camilo Torres, el precursor” es una memoria de sus encuentros con este cura colombiano, ideólogo de la Teología de la liberación, para quien “la fe pasiva no basta para acercarse a Dios (…) Los cristianos deben tomar partido con los oprimidos, no con los opresores”.

En el texto que da título a este libro, “Estrella y espiral”, Adolfo Gilly celebra el centenario del nacimiento de Octavio Paz, invocando al surrealismo y a André Breton, para quien las conmemoraciones son una manera de expresar que un autor sigue vivo y hay que conversar con él leyendo sus libros. Gilly se encontró con la poesía de Paz en sus días de prisión en Lecumberri. Entonces, cuando le tocaba hacer guardia, entre tres y seis de la mañana, llevaba consigo La estación violenta (“En duermevela oigo correr entre bultos adormilados y ceñudos / un incesante río. / Es la catarata negra y blanca, las voces, las risas, los gemidos del / mundo confuso, despeñándose.”). Gilly sentía un profundo aprecio por Octavio Paz y nunca dejó que la ideología contaminara su amistad: “En Lecumberri me llegó El laberinto de la soledad. Cité una de sus frases en la primera página del libro que escribí en los seis años de cárcel, La revolución interrumpida, sabiendo que muchos amigos se iban a enojar. Pero allí tocaba”.

La historia es una fuerza de la naturaleza, plena de cataclismos y edades de oro, un bosque tupido donde acecha lo impredecible, pero también lo absolutamente predecible. Gilly se internó en sus profundidades, como raíz que busca afianzarse en la tierra. A través del pensamiento premonitorio del filósofo Bolívar Echeverría, describe un país que vive instalado en este anormal mundo donde ya es normal que “tanto militares, paramilitares y sicarios entretejen la verdadera y sangrienta guerra privada del capital financiero como la realidad nuestra de cada día”.

Estrella y espiral es un navío donde viajan y se multiplican las preguntas, donde la búsqueda de respuestas es una provocación que hace preciso “imaginar nuevas preguntas para el próximo viaje”. El levantamiento indígena en el Reino de Guatemala, año 1820, es un inquietante cuestionamiento: “A esa historia negada, subalterna, clandestina, pero imborrable porque sucedió, pertenecen Tzul, Akilar y los insurgentes de Totonicapán, aunque quienes despojaron a sus descendientes de sus tierras quieran también despojarlos de los hechos de sus ancestros”.

Como una parábola instintiva de lo que es este libro, Adolfo Gilly relata la ceremonia en tierra zapatista, para darle sepultura a los restos del filósofo Luis Villoro, al pie de un liquidámbar, árbol santuario de la cotidianidad en el caracol de Oventik: “y cuando de nosotros ninguno ya esté aquí, el liquidámbar seguirá estando junto a don Luis”, dijo el comandante David.

Adolfo Atilio Malvagni Gilly ​nació en Buenos Aires, Argentina, en 1928. Mexicano por elección, dedicó buena parte de su vida a valor, interpretar y reinterpretar la historia de México. Sus libros La revolución interrumpida, El cardenismo, Historia a contrapelo, Felipe Ángeles en la Revolución, Chiapas: la razón ardiente, Cada quien morirá por su lado (todos ellos publicados por Ediciones Era), son la expresión de su querencia por la tierra de Zapata, Villa, Ángeles, Paz, Revueltas, México: su tierra adoptiva).

Estrella y espiral, Adolfo Gilly. Ediciones Era. México, 2023. 116 páginas.