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Desde el lunes 4 de marzo la Agencia Internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) suspendió sus actividades médicas para la población migrante que cruza el Darién. Esto ocurrió cuando las autoridades panameñas alegaron que la organización no cuenta con un convenio de colaboración vigente con el Ministerio de Salud. MSF ha intentado la renovación desde octubre de 2023 sin obtener una opción favorable: el apoyo se ha suspendido. Esto puede ser leído como una expresión de la gobernanza global para la migración. Aquí algunos apuntes.

El Darién se ha convertido en una de las rutas migrantes más relevantes en los últimos años, no sólo por su importancia cuantitativa sino por las implicaciones sociales y políticas de la ruta. De acuerdo con algunos medios como France 24 la selva ha sido cruzada por más de medio millón de personas sólo en 2023. Los perfiles migratorios son variados y ejemplifican la tendencia global de la migración desde América del Sur, África, Asia, Medio Oriente y Haití hacia Estados Unidos.

El apoyo de Organizaciones No Gubernamentales es primordial frente a las ilegalidades producidas al margen de una industria de la migración que incluye autoridades migratorias corruptas, abusos por parte de grupos criminales y creación de ilegalidades y violencias hacia personas migrantes.

El papel de Médicos Sin Fronteras en 2023 fue el de apoyar a 676 migrantes y sólo en enero de 2024 se recibieron 120 casos más. Espacios como la Selva del Darién ejemplifican la tendencia global hacia la gobernanza global para la migración en dónde se pueden encontrar espacios y agentes que producen violencia, pero también apoyo.

El repliegue del Estado en materia migratoria es uno de los síntomas de la gobernanza global para la migración en dónde los gobiernos deciden dar un paso atrás hacia la regulación y control de las fronteras y los flujos migratorios. En sustitución de un espacio de poder las Agencias Internacionales brindan apoyo o una “semi” especie de garantía de los derechos y apoyo humanitario. Las ilegalidades y violencias son producidas por grupos criminales. Aunque la ayuda humanitaria y la producción de violencias también se realiza por el Estado, se produce un margen de ilegalidad regulado por nadie y perpetuado por la impunidad.

Las reconfiguraciones globales en materia de orden global tienden a replegar al Estado-nación como garante de derechos y como poseedor único del uso de la fuerza. El Estado ejerce la perpetuación de la inacción ante la garantía de derechos humanos. Factor que puede ser leído como un elemento disuasorio o mortal para las personas que han decidido emprender un proyecto migratorio.

Aunque la inactividad de una Agencia Internacional es sólo un síntoma de estos procesos de disuasión y muerte lo cierto es que los gobiernos de América Latina sufren la misma tendencia a delegar este tipo de actividades en el margen de la gobernanza global. Lo hacen bajo las premisas de la cooperación, del desarrollo de la seguridad y de las trabas burocráticas. Más argumentos bajo los que se arropan la violencia, la impunidad y la ilegalidad se producen en el continente. Mientras tanto, las personas migrantes son quienes sufren las consecuencias de dichas decisiones. Es importante mencionar que ante dichos sucesos los migrantes cuentan con agencialidad, pero las decisiones de los gobiernos en América Latina les vulneran cada vez más.

*Milpaltense, internacionalista, escribiente y migrantólogo.

Foto: AP/La Jornada