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“Doble” externalización de la política migratoria en el marco de la Cumbre sobre Migración en Palenque

Víctor Villarreal Cabello*

México es uno de los grandes laboratorios mundiales para estudiar el proceso migratorio por la cantidad de actores, variables y procesos que juegan parte del corredor migrante México-Estados Unidos. En ese entramado de relaciones existe un concepto que da luz para comprender la política migratoria mexicana actual y la Cumbre de Migración llevada a cabo el 22 de octubre en Palenque, a la cual asistieron Andrés Manuel López Obrador y sus homólogos de Colombia, Cuba, Venezuela y Honduras, además representantes de Belice, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití y Panamá. El concepto guía es el de externalización de la política migratoria.

El tema migratorio en su relación con Centroamérica y América Latina se ha convertido en un tango de tres al ser continua la presencia de Estados Unidos. Tanto la migración centroamericana hacia Estados Unidos, así como la venezolana, haitiana y la transcontienental (migración proveniente de África, Medio Oriente y Asia) son poblaciones que cruzan México con la intención de entrar por la frontera sur de Estados Unidos en calidad de refugiados. Es por este flujo constante que la contención de migrantes por parte de Estados Unidos ha requerido de estrategias más complejas para el establecimiento de espacios de espera, muerte y control en el continente.

La externalización de la política migratoria puede ser entendida como una estrategia de contención remota espacio temporal que ejercen los países de inmigración hacia lo países de paso o de emigración. Es decir, es encargarle a otro país la sucia tarea de contención de flujos de personas migrantes a través de despliegue de recursos militares, policiacos, tecnológicos o humanos en el ejercicio de facto o de jure de su política migratoria. Esta labor se lleva a cabo gracias a la aceptación-negociación de los países de paso o de emigración a cambio de recursos económicos, capacitación, uso de metodologías, firma de tratados, renegociación o revocación de acuerdos comerciales.

América Latina se empieza a concretar como un corredor que, para los transcontinentales, inicia en Brasil o Ecuador al no contar con tantas restricciones para que las personas tomen un vuelo. Cruzan Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala para arribar a Tapachula y de ahí a la frontera norte de México. Desde que Estados Unidos ha notado una presencia importante en el incremento migrantes de otras latitudes en su frontera sur ha obligado a México a construir una política migratoria de contención. Esto puede leerse en diversas políticas mexicanas como el Plan Puebla Panamá, el Plan Mérida, el Plan de Desarrollo Integral gracias a los cuales México adquiere beneficios económicos o militares a cambio de la securitización de su territorio nacional, también evitan la revocación o imposición de medidas económicas que sancionan a los productos mexicanos en Estados Unidos. En contexto, México ha sido obligado por parte de Estados Unidos a construir mecanismos de negociación y de establecimiento de un corredor de contención en América Latina frente a los flujos migratorios centroamericanos, cubanos, venezolanos, haitianos y transcontinentales.

La elite política mexicana ha aprovechado el contexto político para implementar y aportar a sus proyectos nacionales. No es casualidad que el Encuentro en Palenque hable en su punto número uno del Programa Sembrando Vida o Jóvenes Construyendo Futuro. Así, la Cumbre sobre Migración en Palenque se torna como una oportunidad más y se lee como la intención por parte de México de externalizar sus lógicas de contención e inmovilidad de personas migrantes en el continente americano. No sólo Estados Unidos está externalizando sus lógicas de espera en México y el resto de América, también México externaliza sus propias lógicas en América.

*Milpaltense, internacionalista, escribiente y migrantólogo.