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Irma es la persona encargada en hacer la limpieza de la casa, va y viene cada miércoles de cada semana, así ha sido por mucho años.
Ella y yo compartimos un sentido del humor particular, y eso, es algo que aprecio con mucho afecto, uno no siempre encuentra a ese tipo de personas con las que se puede reír de las mismas tonterías, sin quedar en desventaja de la solemnidad intelectual.

A menudo acabo comiendo con ella en la barra de la cocina, nos contamos las nimiedades de la vida, cosas insignificantes como el clima, o nos enajenamos en quejarnos del gobierno, por mera rutina. Sin embargo, el otro día fue diferente:

¿Y tú Andy? (Así me llama) ¿has tocado en la ciudad de México?
-Si Irmita
(le digo así en reciprocidad de como ella me nombra y por que no sé quien decretó que minimizar los nombres, correspondía a un afecto en particular)

De hecho, apenas fui a presentarme a un lugar que se llama Cina Tonalá, creo que también la calle se llama igual y está muy cerca de la colonia Roma. ¿Conoces por ahí?

Lo dije como cualquier charla, y con el ánimo que convendría pertinente, para de igual manera hablar del tráfico o del precio del aguacate, sin embargo cuando terminé de hablar, ella se quedó callada un momento, la volteé a ver esperando una respuesta, pero ella estaba mirando hacia la ventana, con los labios apretados. Supe que algo ya no era normal a tal punto, un momento después de esa pausa incómoda y con un suspiro como aliviando el peso de la sala me dijo:

En esa calle pasé los mejores años de mi vida Andy, lo dijo con mucha nostalgia, como si toda una vida pendiera por ella en esos momentos.

-¿En serio viviste en la calle Tonalá?

-Sí, y fui feliz ahí como nunca Andy, pero de eso hace mucho tiempo… después la vida da vueltas, te lleva por otros destinos, sigue su camino, y tu el tuyo, y no son el mismo.

-Sí, supongo que la vida siempre da muchas vueltas.

-Así es Andy, por eso nunca dejes de desear e insistir, es el único camino, si deseas muy tarde, puede que ya nunca encuentres el camino. Bueno voy a seguir trabajando Andy.
Al final, no lo dijo con tristeza, sonrió y se fue, como si en esas palabras encontrara una resolución o un punto final a ese capitulo de vida.

Yo creo, que ahora también era feliz, a su manera y quizás en la medida que podía, siempre la veía de un humor tranquilo y afable. No sé qué vida tuvo, ni qué tipo de persona fue en la calle Tonalá ahí cerca de la colonia Roma.

Quiero imaginar que algún día alguien también llegara a mí, preguntándome por una calle cualquiera y no haré otra cosa que resumirme en los años más felices de mi vida apretando los labios. ¿Qué calle será?

Si hay algo que me dejó claro, es que hay un tiempo en el que uno debe desear, porque después puede ser muy tarde, no es cuestión de actitud sino de tiempo, tiempo y nada más.