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Steve Jobs, el mítico

 

Steve Jobs es considerado como una de las grandes figuras de la computación y las nuevas tecnologías. A diferencia de Bill Gates, Steve Jobs ha sido visto por los amantes de los equipos Mac como un genio, él fue quien imprimió en el imaginario de los consumidores de adquirir los productos de Apple era ser «cool», de alcanzar el estatus de la distinción con solo tener un producto de esa empresa.

En un mundo lleno de cables y códigos, de hardware y software, de una cultura digital impregnada de voluntarismo, fundamentalismos y buenos deseos, sobresalió Steve Jobs, considerado un visionario de las nuevas tecnologías. No era un mago ni un superhéroe, pero tenía un don especial: podía ver más allá de lo evidente y soñar con lo que aún no existía.

Steve no solo soñaba, sino que también tenía la determinación de que su mundo onírico se hiciera realidad. En un garaje en California, junto a su amigo Steve Wozniak, creó Apple, una empresa que cambiaría el mundo de la tecnología para siempre. Desde el inicio, Jobs se destacó por su tendencia obsesiva, era un perfeccionista que rayaba en la exageración, obsesionado con los detalles más pequeños. Creía que la tecnología no solo debía ser funcional, sino también hermosa y fácil de usar. Y en cierta medida esa filosofía se reflejó en cada producto que Apple lanzó al mercado.

Jobs se ha convertido en una figura mítica porque su misma empresa fue uno de los condimentos esenciales que lo generó. Para empezar, el nombre de Apple se ha asociado a mitos. El mismo Jobs le relató a Walter Isaacson en su autobiografía, Jobs: «Yo es­ta­ba si­guien­do una de mis dietas de fru­ta y aca­ba­ba de vol­ver del huer­to de man­za­nas. So­na­ba di­ver­ti­do, enérgi­co y na­da in­ti­mi­dan­te. “Ap­ple” li­ma­ba las as­pe­re­zas de la pa­la­bra “Com­pu­ter”. Ade­más, con aquel nom­bre ade­lan­ta­ría­mos a Ata­ri en el listado te­le­fó­ni­co». El tiempo para decidir el nombre estaba encima, Jobs le di­jo a Woz­niak que si no se les ocu­rría uno me­jor la tarde del día si­guien­te, se que­da­rían con «Ap­ple», y así fue como nació la empresa Apple Computer, no tanto de la mano de un designio divino.

A la Apple I le seguiría la Apple II, un equipo ya completo con un teclado y con una elegante carcasa de plástico. A pesar de su apariencia hippie, de aborrecer la vestimenta de negocios, de usar chanclas o andar descalzo, Jobs era hábil para los negocios y logró obtener financiamiento para Apple. La historia de los primeros tiempos de Jobs y Apple está bien reflejada en la película Héroes de Silicon Valley de 1999, escrita y dirigida por Martyn Burke, donde relata los comienzos de las computadoras personales a través de la rivalidad entre Apple y Microsoft.

Después Jobs diseñaría el equipo Macintosh, que se puede considerar el primer gran éxito de Apple, fue la primera computadora personal con una interfaz gráfica de usuario y con mouse. Fue un hito en la historia de la tecnología, pero no tuvo éxito, después fue destituido y abandonó Apple para dedicarse a trabajar en proyectos como NeXT, creadora de poderosas estaciones de trabajo para el mercado educativo. En 1986 Jobs adquirió una participación mayoritaria en Pixar, una empresa de gráficos por computadora y una división de Lucasfilm Ltd., que era la compañía de producción del director de cine de Hollywood George Lucas. Jobs convirtió a Pixar en un importante estudio de animación que, entre otros hitos tuvo el producir el primer largometraje completamente animado por computadora, Toy Story, en 1995. Con Pixar, Jobs se convirtió en multimillonario y 2006 la vendió a Disney Company.

La salida de Jobs de Apple no trajo ninguna mejora económica en la empresa, sus productos no seducían, por lo que en 1997 la junta directiva se vio obligada a pedirle que regresara nuevamente a dirigirla. De esa manera Jobs regresó a salvar a Apple, a partir de las ruinas que se encontró él construyó un nuevo monopolio, que se aderezó con su perspectiva para aprovechar tecnologías existentes y mejorarlas de la mano de su buen olfato para el marketing.

Después de los altibajos Steve retornó a su «matria» con una visión aún más grande. Presentó al mundo el iPod, un dispositivo que transformó la forma en que escuchamos música. Luego vino el iPhone, un teléfono inteligente que revolucionó la comunicación y la tecnología móvil. Y finalmente, el iPad, que abrió un nuevo mundo de posibilidades para las tabletas.

Así que a partir de 2001 Jobs empezó con un verdadero proceso de reinvención de Apple y sus productos rápidamente hicieron a la empresa en líder del mercado; la venta de archivos de música en formato MP3. Después lanzó su tableta, un dispositivo móvil muy exitoso. Ya en ese momento Jobs parecía uno de esos líderes populistas que pueblan la política contemporánea, en donde quienes compraban los productos de Apple no parecían ser consumidores sino adoradores de Jobs, así que no solo creó productos innovadores sino también construyó una legión de devotos y leales a la marca. Sus presentaciones de productos podían ser la envidia de cualquier estrella pop, se convirtieron en eventos icónicos, donde cada anuncio era recibido con estridencia y emoción. Los fans de Apple no solo compraban sus productos, también compraban la visión de Steve de un futuro mejor a través de la tecnología, al grado que el anuncio del lanzamiento de cualquier producto de esa empresa, hacia que las tiendas Apple se llenara de gente haciendo filas de gente que prácticamente se llevaba su tienda de campaña para esperar la apertura de la tienda para ser de los primeros en adquirir dichos productos.

Sin embargo, de todos los productos lanzados por Jobs el gran hito se dio en 2007, cuando Jobs hizo de Apple un jugador de las telecomunicaciones al lanzar el iPhone, un smartphone con capacidad para reproducir MP3 y videos y acceder a Internet. Con eso Apple no solo se convertiría en la empresa más poderosa de la nueva economía, sino que el iPhone hizo realidad la cuarta pantalla que se ha vuelto en el reflejo de un metamedio de comunicación, de la personalización informativa y la evidencia del ocaso de la computadora de escritorio.

El 5 de octubre de 2011 Steve Jobs falleció a causa de un cáncer de páncreas en Palo Alto, California. Como dice Scott Galloway: «la muerte salva al icono del juicio inevitable de la existencia cotidiana, incluida la vejez, y eleva a la persona al nivel de leyenda, lo que es perfecto para una marca […] es una de las pocas ventajas de la muerte de una figura pública: los vacuna contra las tonterías que destruyen su reputación y contra algo peor, el envejecimiento».

@tulios41