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México llego a la COP-28 de Dubai con la alforja vacía. Las acciones y las metas comprometidas internacionalmente para combatir el cambio climático no se han hecho. Estamos fallando, entre muchas acciones, en generar energía eléctrica con recursos renovables (EERR), el compromiso es que para el 2024 será del 35 por ciento, imposible de cumplir. No se da un informe claro sobre la emisión de gases que provocan el efecto invernadero, y sobre todo no se cumplió con las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDCs) para reducir emisiones. Esto, a pesar de Marcelo Ebrard en la COP-27 Egipto se había comprometido a todo ello. Marcelo ya andaba en precampaña y tomó compromisos para el gobierno mexicano que desde el principio se antojaban difíciles de cumplir.

La COP es la reunión internacional entre partes (países) de las Naciones Unidas que da seguimiento a la Convención Marco sobre el Cambio Climático. Su objetivo principal es combatir el cambio climático a través de compromisos de los países firmantes para reducir la emisión de gases que provocan efecto invernadero y, por lo tanto, el calentamiento de la tierra. Esta Convención entró en vigor en 1994 y deriva de los acuerdos originales de Río de Janeiro, después fue adicionado con el Protocolo de Kioto en 1997. En el 2015, el Acuerdo de París fijo la meta de reducir en 1,5 grados centígrados el calentamiento y las medidas y metas que los estados firmantes se comprometían a cumplir. En México, esta Convención fue ratificada por el Senado de la República, mientras que hizo lo propio con el Protocolo de Kioto en el 2000. Por lo tanto, tiene efecto legal obligatorio para nuestra nación.

El cambio climático impone retos formidables no solo a nivel global sino también, y en mi opinión sobre todo, domestico y nacional. El esfuerzo debe comprender mínimamente legislación, regulación, comprensión y compromiso social y de los poderes públicos. La legislación y la regulación son claves para la siguiente etapa de cumplimiento de los compromisos adquiridos. Ya debe el Legislativo en México hacer cumplir y penalizar prácticas contaminantes de todas y todos, tanto ciudadanía, como sector público y privado. Desde luego, fortalecer el marco legal para fijar la cantidad y calidad de emisiones, conservación de la biodiversidad, protección de los ecosistemas pero sobre todo un marco legal que alinee las metas de acción para los propios niveles de gobierno. No debemos olvidar que en la presente administración la promovida nueva Ley de la Industria Eléctrica terminó por ser declarada inconstitucional.

En la reducción de emisiones hemos fallado. Debemos promover regulaciones exigentes, sobre todo a los sectores de energía, transporte e industria. Deben incentivarse las fuentes limpias de energía, imponer estándares de emisiones y promover la innovación en tecnologías sustentables. Solo con regulación pública adecuada se pueden cumplir con los compromisos internacionales para mitigar el cambio climático.

 

En la adopción de estrategias eficientes, los gobiernos deben preparar a su ciudadanía para los distintos impactos que provoca el cambio climático en sus comunidades. Hoy ya es necesaria la adecuación de infraestructura pero, sobre todo, un uso adecuado, correcto, decente de nuestros recursos naturales. También, por un lado, se deben desarrollar sistemas de alerta ante los repentinos efectos, pero por otro, implementar programas muy estrictos de uso de suelo. Los efectos del cambio climático son inevitables y hoy los gobiernos deben tener una estrategia para enfrentarlo.

Otro de los compromisos internacionales es el de la infraestructura institucional, las dependencias gubernamentales responsables de impulsar y promover el cumplimiento de las metas. En estos tiempos de austeridad republicana, no han sido los órganos autónomos los preferidos de la administración, y, desde luego, no está en sus prioridades. La Comisión Reguladora de Energía (CRE) está en la lista de los órganos que pueden desaparecer; y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) ha estado bajo el constante asedio de los recortes presupuestales, impedida totalmente para cumplir sus altas responsabilidades.

La promoción de prácticas sustentables es otra, una más, de los importantes pendientes. En todos los sectores de la vida pública se deben promover prácticas sustentables, las más importantes deben de ser en agricultura, transporte e industria. El gobierno debe incentivar todos los niveles de gobierno, al sector productivo en su conjunto y a las empresas, para que tengan prácticas ambientales sustentables. Deben impulsarse campañas de educación ambiental para adoptar estilos de vida distintos y, otra vez, sustentables y hacer entender que todos debemos contribuir a la reducción de carbón. México todavía consume 32% por ciento de combustóleo mientras que en Europa solo se consume el 3%, solo para un dato que nos indica en dónde estamos.

Por su biodiversidad, México es de los países más afectados por el cambio climático y el calentamiento global. Se necesitan políticas públicas bien diseñadas, ser radicales en la aplicación de las medidas de reducción de contaminantes, implementar estrategias efectivas y recargarse en la legislación y en la regulación que apoye a esos objetivos. Hemos perdido años valiosos pero en este tema Claudia Sheinbaum sí es la esperanza de México. Llegará el momento no solo de oír sus compromisos, en los que es experta, sino de demostrar que los respaldará con acciones. Por ejemplo, debe buscar albergar en el próximo sexenio una sesión plenaria de la COP y avalar el compromiso del gobierno y de la sociedad mexicana para combatir el cambio climático.

Por lo pronto, como en la prueba PISA, México esta reprobado. Y eso duele, y duele mucho para los que estamos comprometidos con la preservación de la vida y del medio ambiente.