CARPE DIEM

 

Quisiera volverla a ver. Volcada en un estado cercano a la estupefacción, Eloísa contempló la pantalla de su teléfono tal como si éste se hubiese convertido en un espejo mágico dotado de poderes y secretos a punto de revelarse. Jonás la quería volver a ver. Dicho mensaje escrito sí que era un hecho incuestionable, aunque escueto. Además, de alguna forma obligaba a Eloísa a formular una respuesta dentro de un plazo no tan alargado para que la ausencia de respuesta no pareciera una negativa, incluso rotunda de su parte.

Quiere volverme a ver porqué la entrevista que le hice la semana pasada para el periódico le gustó o bien, al contrario, le disgustó y está abriendo una vía de comunicación muy diplomática para hacerme el comentario con un café de por medio. Eloísa consideró también una tercera opción de índole más personal. Y para pensarlo mejor, se preparó un tentempié con ingredientes improbables sacados del refrigerador los cuales quedaron inmediatamente atrapados entre dos rebanadas de pan de caja. Denominarlo sándwich hubiera sido demasiado atrevido, así que Eloísa reservó dicho atrevimiento para recordar a detalle su encuentro con Jonás, mientras el contenido entre el pan cumplía su función de desaparecer su hambre.

 

Instalados en la terraza de los Colibríes, Jonás y Eloísa habían descubierto sin querer su gusto compartido por el café italiano y el tiramisú, mientras conversaban sobre los tiempos inciertos por los que ha estado transitando el mundo. Poco antes de concluir, la entrevista fue interrumpida por un temblor de 5.7 percibido entre comensales y meseros como de mayor intensidad. Con la calma recobrada, la conversación entró en temas más reflexivos. Y fue justo cuando Jonás pronunció el latinismo carpe diem para aquietar a Eloísa, quien seguía un poco perturbada mirando las sombrillas y las ramas de los árboles en búsqueda de una posible réplica del sismo. La vida es fugaz enfatizó, tenemos que vivirla sin escatimar cualquier momento. Eloísa había asentido pese a no estar del todo convencida.

Aquel mensaje de Jonás sonaba al mismo tiempo como un recordatorio de aquel día soleado. Hoy, el invierno intentaba asomarse a la temporada con un cielo gris y una temperatura más baja, sin embargo, Eloísa sentía una alegría diferente a muchas anteriores experimentadas. Su mensaje de respuesta a Jonás se distinguió por su sencillez. Ahí proponía tres fechas; Jonás escogió la más cercana del calendario con tal de no agregar más futuro de por medio. Eloísa así lo interpretó porque la vida se tiene que gozar. Ese fue su propio exhorto.

Llegó la fecha y la hora del encuentro en el lugar indicado.

Se abrazaron y entonces el tiempo se volvió eterno.

A lo mejor, vale la pena agregar que el café italiano que había pedido Jonás para los dos se enfrió tanto que el mesero se los llevó. Aunque no esté muy segura de la acotación final.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM