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Por Brenda Tufiño Gómez y Gabriela Mendizábal Bermúdez

En la actualidad existen diversos conceptos acuñados para referir a las cuestiones no visibles que limitan el desarrollo profesional de las mujeres, entre ellos podemos encontrar el techo de cristal, el suelo pegajoso y el recientemente incorporado: la losa de hormigón. 

Laura Sagnier (2021) define a la losa de hormigón como la sobrecarga que experimentan muchas mujeres en su ámbito doméstico y que impacta de manera negativa en la igualdad de oportunidades en el ámbito laboral, pues son ellas las que dedican mayor tiempo al cuidado del hogar y de las personas a cargo. 

Al respecto el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe señala que la proporción del tiempo dedicado al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado es del 24.2 % de las mujeres, frente al 8.8% del tiempo destinado por los hombres para dichas labores en México; traduciéndose no solo en una doble jornada laboral para las mujeres, sino en la limitación para poder acceder a mejores puestos de trabajo, fomentando con ello el trabajo informal y la precariedad laboral. 

Desde esa perspectiva, la igualdad sustantiva en el espacio laboral aún tiene un gran camino que recorrer. Desde la óptica del estado de Morelos encontramos que el 39% de la Población Económicamente Activa son mujeres, y según datos del índice de competitividad estatal 2022 de IMCO la brecha salarial de género corresponde al 13.5% colocando al Estado de Morelos en el lugar número 13 a nivel nacional. Esta brecha responde a varios factores, uno de ellos es la ya mencionada losa de hormigón. 

​ Si bien es cierto, esta inequidad de participación en las labores domésticas tiene que ver con cuestiones sociales asignadas históricamente a los roles de género, también se encuentran aquellas relacionadas con la insuficiencia de las prestaciones de carácter social que cubran las necesidades actuales de las personas trabajadoras y que fomenten la participación activa de los hombres en la economía del cuidado, como es el caso de la licencia por paternidad equiparable a la licencia por maternidad, por mencionar un ejemplo. 

​En ese sentido, se hace necesario la implementación de políticas de conciliación de la vida laboral y familiar que mermen los impactos negativos en el crecimiento profesional de las mujeres, que no solo busquen que sean ellas las que tengan mayor tiempo para realizar las labores remuneradas y no remuneradas, sino que ambas esferas sean compartidas por hombres y mujeres.