HUMANIDAD

Según consta en sus varios perfiles de redes sociales, Anastasia Pussett se dedica a vender muebles de oficina en línea. Su empresa vertida en el e-comercio experimenta un crecimiento tan vertiginoso como inexplicable pese a la presencia agresiva, publicitariamente hablando, de la competencia. Por la parte personal, Anastasia comparte con amigos virtuales sus gustos por las historias de ciencia ficción, presentando semanalmente sus comentarios de lectura sobre los lanzamientos mundiales, sin límites de idioma, lo cual da fe de una gran destreza lingüística. Su foto, la misma en todas sus cuentas digitales, muestra una mujer de sonrisa amplia mirando directamente a la cámara, de tez pálida casi enfermiza, ojos azules, cabello negro liso que le cubre los hombros; la única joya visible es un collar de perlas blancas en el escote de su camisa.

Juan Pablo sigue a Anastasia en el espacio cibernético desde meses atrás, atraído por su belleza fría y lo impecable de su vestimenta clásica, persiguiendo el sueño en sus adentros de poder contratarla como imagen pública de su campaña de celulares, aunque de momento no esté del todo seguro en cuanto a la manera de abordarla por no contar con ningún amigo en común. Se atreve de pronto a escribirle un mensaje corto enfocado en la publicación, en una nueva edición, de 1984 de Georges Orwell, explicando por qué este libro nunca despertó interés en él por más que sus amistades hayan insistido en que terminara su lectura, aunque fuera por mero compromiso.

Durante la semana, tiene que conseguir, para un cliente de gran importancia económica, contratar a varias empresas dedicadas a realizar encuestas nacionales, sin importar si los usuarios consultados son reales o falsos. Advierte una página web atractiva cuyo dueño es Silvio Myers. Observando su foto, a Juan Pablo le surge a la duda de lo genuino. El empresario enseña una calvicie precoz, blancura de dientes dignos de un comercial de pasta dental o de un retoque digital y luce una camisa con arrugas sospechosas. ¿Existe realmente Silvio Myers se pregunta Juan Pablo o es un bot? Solicita una entrevista por Zoom después de haber intercambiado varios mensajes por email de aspecto demasiado administrativo para su gusto. Frente a la cámara, Silvio Myers aparece desenvuelto y bromista con la misma camisa de rayas y corbata azul. Juan Pablo respira con alivio y los dos hombres acuerdan el envío de contratos con firma digital de manera expedita por la premura. Juan Pablo contrata a continuación tres empresas más para presentar a su cliente anticipando las felicitaciones que seguramente recibirá por encontrar argucias indetectables en el conteo de los votantes en las encuestas telefónicas por un precio inmejorable.

El mensaje de Anastasia no dejó de asombrar a Juan Pablo. La mujer expresaba su desacuerdo total con su crítica literaria. El hombre dejó de atender sus asuntos profesionales para volver a concentrarse en la belleza de la mujer. Miró su foto con más detenimiento. La ausencia de pecas en una tez tan blanca le llamó la atención así que le preguntó sobre su aspecto en la vida real, más cotidiana. La respuesta de Anastasia sigue perturbando a Juan Pablo hasta la fecha: “el software que me programó imita a los humanos, siento decepcionarte”, contestó en su último mensaje.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM